De la Encina era un narco muy particular: deportista, brocker y estudiante de derecho.
El asesinato de Agustín de la Encina Capelletti dentro de la cárcel de Piñero sigue generando conmoción en el ámbito penitenciario. En las últimas horas, las declaraciones de los dos celadores detenidos por facilitar el crimen revelaron un entramado de corrupción y posibles represalias dentro del penal.
Uno de los datos más relevantes es que la Secretaría de Asuntos Penales del Ministerio de Justicia y Seguridad de Santa Fe decidió suspender y pasar a disponibilidad al oficial del Servicio Penitenciario (SP) Hernán Peralta, quien fue señalado por los guardias Julián Aguirre y Gustavo Raimondi como el responsable de dar la orden de abrir la celda donde se encontraba De la Encina y entregarlo a sus atacantes.
Otra versión que trascendió es que De la Encina, quien estaba detenido por una causa de narcotráfico bajo la órbita de la justicia federal, podría haber sido un testigo clave en una causa contra Esteban Alvarado, un pesado del mundo narco actualmente preso en una cárcel federal. Sin embargo, fuentes judiciales federales descartaron esta hipótesis.
Un traslado bajo sospecha
El broker de seguros había sido trasladado desde la Unidad Penitenciaria 1 de Coronda hasta la Unidad 11 de Piñero por disposición de la justicia provincial. "Si bien el encausado es de índole federal, nosotros siempre damos la potestad de los traslados y lo administrativo a la justicia de la provincia", indicó una fuente de los Tribunales Federales.
El ministro de Seguridad de Santa Fe, Pablo Cococcioni, sostuvo que desde el primer momento "se estuvo a disposición de la Justicia" y que todos los empleados penitenciarios que podrían haber estado involucrados fueron suspendidos y sometidos a un expediente administrativo. "Esta gestión respalda a quienes honran el uniforme y esperamos que caiga todo el peso de la ley sobre quienes ensucian a la fuerza", afirmó.
La confesión de los celadores
En la audiencia de imputación, los guardias del penal revelaron que recibieron órdenes directas para dejar abierta una puerta por donde ingresaron los presos que asesinaron a De la Encina. Gustavo Raimondi describió la escena: "Cuando se va la visita y yo me estaba sacando el casco, veo que le están pegando a De la Encina. Él se mete en la jaula de seguridad, que estaba abierta. Y yo la cerré. A mí la orden de abrir esa puerta me la dio Hernán Peralta, un superior mío".
El otro guardia, Julián Aguirre, en su declaración por Zoom, ratificó lo dicho por su compañero y agregó: "Peralta me dijo «abrí que no pasa nada» y después me pidió que no ponga nada en el libro de novedades. Y se lo llevó".
Las cámaras de seguridad confirmaron la participación de los dos celadores y el jefe de turno, lo que llevó a su inmediata sanción administrativa.
De la Encina: un narco con conexiones peligrosas
Según una investigación del fiscal Gastón Ávila, en octubre de 2023 De la Encina fue señalado como el instigador de un intento de asesinato contra Maia, una mujer que sobrevivió a un ataque a balazos en marzo de ese año. La justicia determinó que el broker de seguros contrató sicarios desde la cárcel para concretar el ataque, motivado por una deuda relacionada con la venta de drogas.
El juez dictó prisión preventiva sin plazos para De la Encina el 6 de octubre de 2023.
Además, el broker estaba vinculado a una red de narcotráfico denominada "Jackpot", desbaratada por la Policía Federal. En julio de 2024, la División Antidrogas incautó 32 kilos de cocaína en San Pedro, Buenos Aires, con paquetes marcados con el número "777". Se comprobó que De la Encina operaba para Yanina Alvarado, hermana de Esteban Alvarado.
El pabellón donde ocurrió el crimen estaba habitado por reclusos ligados a la organización de Alvarado. De hecho, Gómez, delegado del pabellón, sería cuñado de Claudio "Morocho" Mansilla, quien manejaba parte del negocio de las drogas en Rosario.
Las pericias intentan determinar quiénes fueron los autores materiales del asesinato, aunque las imágenes de las cámaras de seguridad muestran a varios internos del Pabellón 6 participando del ataque.
Lo cierto es que Agustín de la Encina Capelletti no era un preso común. Su historia delata conexiones con pesos pesados del narcotráfico y el negocio del crimen organizado. Su traslado a Piñero y su posterior asesinato dejan en evidencia las fallas del sistema penitenciario y las complicidades que aún operan dentro de las cárceles santafesinas.