La Catedral, el templo más antiguo de Rosario construido en 1882, una joya de la historia y la arquitectura local, está siendo sometida a una restauración "inédita" en su fachada. Los arquitectos a cargo de las obras aseguran que esta intervención devolverá al edificio su imagen original. Estos trabajos forman parte de una serie de intervenciones en edificios de valor patrimonial que la ciudad lleva adelante de cara al festejo por su tricentenario.
El edificio de la Catedral Basílica Santuario Nuestra Señora del Rosario, declarado Monumento Histórico Nacional en 1997, es considerado parte del conjunto urbano más representativo de Rosario, junto al Palacio Municipal, el edificio de la Bola de Nieve, el Palacio de Correos y el Museo Municipal de Arte Decorativo, todos ellos ubicados alrededor de la plaza 25 de Mayo.
La iglesia, aunque no es la construcción original del siglo XIX, se levanta sobre la misma traza del templo precedente, conservando la ubicación del altar y el presbiterio donde descansan figuras importantes de la provincia de Santa Fe, lo que le otorga "títulos de autenticidad".
Históricamente, el atrio de la iglesia fue escenario de festejos virreinales y, en 1811, resonaron en su interior los primeros sermones alusivos a la fecha patria del 25 de mayo.
Desde hace algunas semanas, la fachada del templo se encuentra cubierta por andamios, mientras un equipo de quince personas, entre profesionales, especialistas en patrimonio, albañiles y artesanos, trabajan en su restauración.
"Desde la inauguración de La Catedral, es la primera vez que en la fachada se realiza una restauración integral y completa", explica Marcelo Passardi, arquitecto del templo. Según los registros del edificio, se realizaron reparaciones parciales en distintos momentos, pero este plan es mucho más ambicioso.
Las obras comenzarán con un hidrolavado para determinar el color original de la fachada, oculto por el tiempo y la contaminación. Una vez identificado, ese tono se replicará en todo el frente de la basílica. Previamente, se repararán los frisos y molduras de piedra París, y se solucionarán rajaduras y filtraciones. También se realizará el mantenimiento de la cúpula principal y se reemplazará el techo de chapa de la nave.
Passardi recuerda que la parroquia esperaba estas obras desde hace "mucho tiempo", ya que la humedad había dañado el altar mayor, el altar de la sagrada familia y deteriorado las pinturas de las paredes. "Son problemas comunes que tienen todos los edificios construidos hace más de cien años y que necesitan estas tareas de mantenimiento", señala el arquitecto, anticipando una segunda etapa de trabajos en el interior del templo.
Para Passardi, estos trabajos son "muy artesanales" y requieren una ejecución "meticulosa". Por ello, junto a arquitectos y albañiles, trabajan artesanos especializados "que tienen el conocimiento y pueden emular las técnicas que se usaban hace más de cien años para construir".
Antes del inicio de las obras, especialistas del área de Patrimonio municipal realizaron un relevamiento exhaustivo del estado del templo y elaboraron un plan de trabajo detallado.
"Profesionalmente es un orgullo poder participar de un proyecto así, la restauración de un edificio que es patrimonio histórico de la Nación es una oportunidad que se da sólo una vez en la vida", afirma Passardi, con la expectativa de concluir las obras antes del 7 de octubre, fecha central de los festejos por el tricentenario de Rosario. Entonces, promete, "la Catedral va a quedar como si estuviera recién hecha".
El libro “La Catedral y Rosario. Historia de vidas compartidas”, del ex párroco Raúl Giménez y varios colaboradores, explora la relación entre la construcción de la basílica y el crecimiento de la ciudad. Destaca que el templo es el más antiguo de Rosario, recordando que en 1730 se creó el curato del Pago de los Arroyos con sede en un oratorio de 1702, antecedente del actual edificio.
Ese primer sitio religioso, un simple rancho con un altar, fue testigo del primer bautismo en la región en 1731. Quince años después, Santiago Montenegro construyó una capilla de adobe dedicada a la Virgen del Rosario en el mismo solar que hoy ocupa la Catedral. Este pequeño templo albergó la imagen histórica de la virgen, de 1773, que conoció el General Manuel Belgrano.
En 1834, con poco más de 1.000 habitantes, se proyectó un nuevo templo, consagrado en 1836, el cual precedió a la actual basílica cuya piedra fundamental se colocó en 1882. Las obras, dirigidas por el arquitecto Juan Bautista Arnaldi, culminaron en 1888.
La restauración de la fachada de la Catedral forma parte de un conjunto de intervenciones en la histórica manzana de Buenos Aires, Juan Manuel de Rosario, Córdoba y Santa Fe, con el objetivo de recuperar edificios clave para la historia de la ciudad en el marco del tricentenario. Estas recuperaciones son fundamentales tanto para el patrimonio como para el turismo.
El Palacio Municipal, conocido como Palacio de Los Leones, también está en obras, con reparaciones de fachada, tratamiento de fisuras y restauración de molduras. Se prevé la pintura completa del frente y la intervención en cubiertas y terrazas.
En el Pasaje Juramento, que conecta el Palacio Municipal, la Catedral y el Monumento a la Bandera, se renovará el espejo de agua, se restaurarán las esculturas de Lola Mora, se mejorarán los pisos, se incorporarán nuevas luminarias y se repondrá el mobiliario urbano.
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