El Papa Francisco no asistió al Vía Crucis en el Coliseo pero dejó un fuerte mensaje espiritual

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Aunque no pudo estar presente físicamente debido a su estado de salud, el Papa Francisco preparó personalmente las meditaciones que fueron leídas este viernes durante el tradicional Vía Crucis en las inmediaciones del Coliseo romano. El Pontífice, que sigue recuperándose de una neumonía bilateral y otras afecciones respiratorias, fue dado de alta recientemente tras permanecer internado casi 40 días en la Clínica Gemelli de Roma.

Alrededor de 20 mil personas participaron de la ceremonia, en la que se conmemoró la Pasión de Cristo reflexionando sobre las estaciones que marcaron el camino hacia su crucifixión. En ausencia del Santo Padre, la oración fue guiada por el Cardenal Baldassare Reina, Vicario General para la Diócesis de Roma.

El Papa, de 88 años, elaboró un mensaje cargado de espiritualidad y compromiso: «La vía del Calvario pasa por nuestras calles de todos los días. Nosotros, Señor, por lo general vamos en dirección opuesta a la tuya», advirtió en el texto, al tiempo que convocó a los fieles a «emprender el camino de Jesús».

Francisco destacó que «el Vía Crucis es la oración del que se pone en marcha», y subrayó que esta práctica «interrumpe nuestros recorridos habituales para llevarnos del cansancio a la alegría».

Durante la ceremonia, la cruz fue cargada por turnos por distintos grupos que representaron la diversidad del mundo actual: jóvenes, migrantes, trabajadores de la salud, voluntarios, educadores, personas con discapacidad y miembros de Cáritas, según informó el sitio oficial Vatican News.

En otro pasaje de su meditación, el Papa recordó que el camino de la cruz no solo implica un ascenso, sino también una bajada: la de Jesús hacia los que ama, hacia un mundo amado por Dios. Y agregó: «También los jóvenes se fatigan y los adultos tropiezan, pero los que esperan en ti renuevan sus fuerzas; alzan el vuelo como las águilas».

En un momento de profundo recogimiento, con la mirada puesta en la cruz como símbolo de amor y entrega, los asistentes rezaron por la paz y la unidad de la Iglesia. En ese marco, Francisco pidió aprender a sanar los vínculos rotos: «Si hoy la Iglesia parece una túnica desgarrada, enséñanos a tejerla de nuevo con tu amor».

Y concluyó su mensaje con una súplica cargada de esperanza: «Tú eres el verdadero Jubileo. Convirtámonos a ti, Jesús, que clavado, todo lo puedes», mientras los fieles, conmovidos, elevaron una última oración conjunta: «Enséñanos a amar».

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