El iceberg más grande del mundo, conocido como A23a, se ha liberado de un vórtice oceánico que lo mantenía atrapado cerca de las Orcadas del Sur y ahora navega hacia aguas más cálidas. Este movimiento plantea incógnitas sobre los efectos que podría generar en los ecosistemas marinos.
La historia del A23a comenzó en 1986, cuando se desprendió de la plataforma de hielo antártica Filchner, fragmentándose en tres partes, de las cuales esta se convirtió en la más prominente. Estuvo encallado en el mar de Weddell por más de tres décadas hasta que, en 2020, su tamaño reducido le permitió soltarse del fondo marino. Sin embargo, poco después quedó atrapado nuevamente, esta vez en un vórtice cerca de las Islas Orcadas del Sur, donde rotaba a un ritmo de 15 grados diarios debido a un fenómeno conocido como columna de Taylor, un cilindro giratorio de agua provocado por obstrucciones del flujo oceánico.
"Estamos interesados en ver si tomará la misma ruta que otros grandes icebergs desprendidos de la Antártida y, lo más importante, qué impacto tendrá esto en el ecosistema local", expresó Andrew Meijer, investigador de la British Antarctic Survey (BAS).
Un gigante en movimiento
El iceberg A23a posee un grosor de 400 metros, un peso cercano a los mil millones de toneladas y abarca una superficie de 3.600 kilómetros cuadrados, dimensiones que lo mantienen como el iceberg más grande del mundo desde la década de 1980, salvo por periodos breves en que fue superado por otros, como el A68 en 2017 y el A76 en 2021.
Los científicos estiman que el A23a seguirá la corriente Circumpolar Antártica, que lo conducirá hacia las Georgias del Sur, territorio reclamado por Argentina. Al alcanzar aguas más cálidas, se espera que la isla de hielo se fragmente en porciones menores hasta desaparecer.
Aunque el desprendimiento del A23a parece formar parte del ciclo natural de crecimiento y ruptura de las plataformas de hielo, los expertos advierten que el cambio climático podría estar acelerando cambios significativos en la región antártica, con potenciales consecuencias en el nivel del mar global.
Impacto en los ecosistemas
Más allá de su tamaño, los gigantescos icebergs como el A23a desempeñan un papel crítico en el océano. "Sabemos que estos gigantescos icebergs pueden proporcionar nutrientes a las aguas por las que pasan, creando ecosistemas prósperos en áreas que de otro modo serían menos productivas", explicó Laura Taylor, biogeoquímica de la BAS.
El equipo de Taylor recolectó muestras de agua en varias posiciones alrededor del iceberg para investigar cómo influye su presencia en el carbono del océano y en el desarrollo de la vida marina. "Deberían ayudarnos a determinar qué vida podría formarse alrededor de A23a y cómo impacta el carbono en el océano y su equilibrio con la atmósfera", añadió.
La liberación del iceberg A23a abre nuevas líneas de investigación sobre el impacto de estos colosos helados en los océanos y en el ecosistema global, mientras su trayectoria hacia las Georgias del Sur mantiene en alerta a los expertos.