La esencia del Encuentro Plurinacional de Mujeres, Lesbianas, Travestis, Trans, Bisexuales, Intersexuales y No Binaries se revela como un faro de esperanza. Para quienes lo experimentan por primera vez, Jujuy se transforma en un espacio vibrante, habitado por mujeres y disidencias que encuentran en la colectividad una forma de libertad. Caminamos juntas, intercambiamos apoyo anónimo para ubicarnos en los talleres y forjamos conexiones con solo un cruce de miradas. Dormimos en escuelas, compartimos comidas improvisadas y todo esto ocurre en un país que parece estar atrapado en el neoliberalismo. La respuesta a esta realidad es clara: estamos de pie.
El Encuentro en Jujuy fue un acto político de tres días. Desde el inicio, había una certeza común: “A esa derecha que nos quiere callar y quitar la voz, les decimos ‘acá estamos’”. En este espacio, tuvimos la oportunidad de alzar nuestras voces y, más importante aún, de organizarnos para asegurar nuestra supervivencia. Compartimos experiencias y estrategias de cada provincia, alentándonos y sintiendo la fuerza de estar juntas.
El movimiento de mujeres es diverso y plural. No todas votamos lo mismo, ni estamos alineadas con un único partido político, ni percibimos la realidad desde una misma perspectiva. Sin embargo, el Encuentro mostró puntos en común: nuestra libertad no se limita al espacio personal, sino que se entrelaza con la libertad de los demás. La indiferencia ante el sufrimiento ajeno es un mandato que nos negamos a obedecer.
Este consenso se manifestó en cada actividad realizada durante los tres días, con un claro grito en contra de las políticas de ajuste y hambre del gobierno de Javier Milei. Desde el primer día, bajo el calor de un sol que calentaba las piedras a más de dos mil metros de altura, Miriam Morales, de la Comisión Organizadora, destacó la importancia de este Encuentro como un espacio horizontal de participación: “Hoy desmantelan aquellas instituciones que estaban para defendernos y atacan nuestros derechos. Por eso, invitamos a toda la población, a todas las mujeres y disidencias, a participar en los talleres. Porque son la voz de todas y todes”.
El Encuentro estuvo marcado por marchas y la expresión de dolores compartidos, pero también por abrazos, puños en alto y sonrisas cómplices, permitiéndonos momentos de alegría quizás después de meses de adversidad. La celebración incluyó bailes al ritmo de sikus y charangos durante la noche andina.
La solidaridad en la vida pública, el compartir y disfrutar en un contexto de dolor político y económico, es un símbolo del potencial transformador de los feminismos.
En cuanto al “qué hacer”, Marlene Wayar, activista y escritora travesti, subrayó la necesidad de resistir y buscar formas creativas de representación activa en el ámbito democrático. “Nuestros representantes en el Congreso nos traicionan. Debemos pensar en cómo el pueblo puede controlar la Cámara de Diputados y el Senado para que nuestras leyes no sean vetadas”, explicó.
Entre las demandas destacadas durante el Encuentro se incluyen el acceso al derecho al aborto y la educación sexual integral, la reivindicación de políticas de memoria, verdad y justicia, el reclamo por la liberación de Milagro Sala y el repudio al genocidio palestino. Jujuy ha estado en emergencia por violencia de género desde 2020, y los femicidios han marcado una tendencia alarmante en la provincia.
Mónica Cunchila, madre de Iara Rueda, fue una de las voces más destacadas del Encuentro, denunciando la inacción del Estado frente a los femicidios y exigiendo una ley firme en la provincia. Durante el Encuentro, se reportó un nuevo femicidio, lo que intensificó el reclamo por la urgencia del movimiento Ni Una Menos. Andrea Batalla, de la Comisión Organizadora, reafirmó que “las mujeres y disidencias seguimos siendo asesinadas por la violencia machista”.
En un contexto sin políticas de género a nivel nacional y un gobierno que ignora las leyes existentes, el Encuentro se convirtió en un espacio para la Marcha contra los travesticidios, transfemicidios, transhomicidios y lesbicidios. La pregunta “¿Dónde está Tehuel?” resonó en las calles, junto al pedido de justicia por los lesbicidios de Andrea Amarante, Roxana Castro y Pamela Cobbas.
No hubo avances en favor de las mujeres y disidencias durante este gobierno, tampoco para los pueblos indígenas. Recientemente, se eliminó el Registro Nacional de Comunidades Indígenas, dificultando el acceso a derechos constitucionales como la tierra. Además, el Régimen de Incentivos a las Grandes Inversiones amenaza los territorios que habitan.
La elección de Jujuy como sede del 37° Encuentro se justificó por la represión a las manifestaciones contra la reforma de la Constitución provincial, impulsada por el gobierno de Gerardo Morales, que institucionalizó el saqueo de los bienes comunes. Aunque Morales ya no esté en el poder, el modelo extractivista persiste, como se evidenció en el desalojo de familias kollas de su territorio.
Eva Díaz, de la Comunidad Agua de Castilla Ayllus Abralaite de la Laguna de Guayatayoc, compartió su experiencia de lucha y su deseo de transmitir el cuidado del territorio a las nuevas generaciones. “El encuentro fue una experiencia muy positiva de aprendizaje, tanto para nosotras como mujeres indígenas como también para las hermanas feministas”, expresó.
La defensa del territorio, impulsada por mujeres indígenas y campesinas, fue un eje central del Encuentro. No solo se trata de frenar el avance de las topadoras, sino también de cultivar la vida en el campo, como han estado haciendo las familias campesinas. Carolina Llorens, del Movimiento Nacional Campesino Indígena – Somos Tierra, propuso “campesinizar la lucha feminista” y sugirió un taller sobre soberanía alimentaria para el próximo Encuentro.
El Comité por la Liberación de Milagro Sala también estuvo presente, exigiendo justicia para ella, que ha sido presa política durante nueve años. Esther Sosa, integrante del comité, denunció la violencia política que sufre Sala, una mujer negra, kolla y pobre, y la comparó con la violencia que enfrentan muchas compañeras al acceder al poder.
La lucha por la educación pública también fue un tema destacado, especialmente tras la toma de la Universidad Nacional de Jujuy en respuesta al veto de la Ley de Financiamiento Universitario. La participación en el Encuentro fue clave para unificar luchas y visibilizar realidades diversas.
Un pañuelazo se realizó en apoyo a la implementación de la ley de interrupción voluntaria del embarazo, y la Red de Docentes por el Derecho al Aborto presentó su primer libro sobre educación sexual integral.
El próximo Encuentro se llevará a cabo en Corrientes, donde las organizadoras denunciaron un conservadurismo que dificulta la implementación de leyes de género y la educación sexual integral. Jujuy se convirtió en un símbolo de resistencia, recordándonos que, pese a los intentos de desmoralizarnos, continuamos organizadas y unidas, dispuestas a luchar por nuestros derechos. Fue un abrazo colectivo que nos recuerda que estamos vivas y que, a pesar de todo, seguimos adelante.
Fotos: Susi Maresca
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