A un mes de cumplirse el primer año de su segundo mandato, Donald Trump ha decidido elevar la apuesta contra el régimen de Nicolás Maduro. Bajo una narrativa que combina la lucha contra el narcotráfico con el reclamo histórico de activos energéticos, la Casa Blanca implementó un bloqueo total a las exportaciones de crudo venezolano, buscando quebrar la resistencia financiera de Caracas y forzar una salida definitiva del líder chavista.
El cerco energético: "Queremos nuestro petróleo de vuelta"
La estrategia de Washington dio un giro drástico en los últimos diez días. Tras meses de centrar su discurso en el combate a las drogas, Trump puso la mira directamente en el corazón económico del chavismo. El mandatario ordenó un bloqueo total a todos los buques petroleros sancionados, lo que ya resultó en tres confiscaciones recientes.
"Recuerden que nos quitaron todos nuestros derechos energéticos. Nos quitaron todo nuestro petróleo, no hace tanto. Lo queremos de vuelta. Nos lo quitaron ilegalmente", sentenció Trump aludiendo a las nacionalizaciones de la industria. Para la Casa Blanca, el control de estos recursos es la llave para forzar una transición.
Esta nueva fase busca asfixiar las arcas del Estado venezolano, que actualmente sobrevive mediante exportaciones de crudo. Trump puso así el tema de las drogas "bajo la alfombra" para priorizar el control del petróleo, alimentando la narrativa del madurismo sobre un intento de saqueo de recursos naturales.
La encrucijada militar y el factor electoral
Pese a la retórica bélica y el despliegue de la flota naval frente a las costas venezolanas, Trump enfrenta un dilema interno. Con las legislativas de 2026 en el horizonte, el apoyo a una intervención directa es escaso. Un sondeo de Quinnipiac revela que el 63% de los encuestados se opone a una acción militar en Venezuela.
Incluso dentro del movimiento MAGA (Make America Great Again), el respaldo ha sufrido un desgaste de 8 puntos desde enero. La preocupación de los votantes se centra en la economía doméstica, y el caso Venezuela parece restar más de lo que suma en el humor social estadounidense. Esta realidad obliga a Trump a buscar una solución rápida que no implique bajas propias.
"Él sabe exactamente lo que quiero. Él lo sabe mejor que nadie", declaró Trump en una entrevista reciente, enviando un mensaje directo a Maduro sobre su exigencia de que el mandatario chavista marche al exilio.
¿Hacia una salida negociada o un conflicto estancado?
Mientras el enviado especial Elliot Abrams advierte que si Maduro sobrevive a esta presión será una derrota para Washington, la comunidad internacional observa con cautela. El objetivo de mínima es la salida de Maduro; el de máxima, la caída del chavismo, parece hoy atado a una compleja red de intereses energéticos.
Expertos señalan que la apertura democrática está hoy ligada a un juego de intereses más que a deseos genuinos. La moneda de cambio podría ser la reapertura del negocio petrolero para empresas estadounidenses, mientras el tiempo corre para un Trump que necesita mostrar un "éxito" geopolítico antes de que el costo político interno se vuelva insostenible.


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