A tres meses de su asunción, el papa León XIV marca una distinción clara en su estilo de liderazgo con respecto a su predecesor, Francisco. Con un perfil más reservado e introvertido, el pontífice peruano-estadounidense, Robert Prevost, ha centrado sus esfuerzos en escuchar e impulsar la unidad de una Iglesia que quedó dividida por el "progresismo" de Jorge Bergoglio.
Aunque el nuevo papa mantiene la línea reformista de Francisco, ha optado por un enfoque más cauto y ha postergado decisiones importantes. Desde el inicio de su pontificado, ha dejado en claro su intención de restablecer algunas tradiciones vaticanas que se habían perdido durante la gestión anterior. Esto se vio reflejado en gestos como el uso de autos menos modestos, la reanudación de las vacaciones en la residencia de Castel Gandolfo y la mudanza al Palacio Apostólico, en contraste con la modesta Casa de Santa Marta donde residió Francisco.
El cambio de estilo se percibe especialmente entre los italianos, quienes notan una diferencia en la conexión emocional que generaba Bergoglio. La fotógrafa y documentalista italiana Francesca Ragusa, en diálogo con TN, comentó que "este papa indudablemente atrae mucho menos a nivel emotivo e instintivo que el papa Francisco", destacando la "comunicación empática" de su antecesor. Sin embargo, Francesca Ambrogetti, coautora de libros sobre el papa argentino, señaló que, a pesar de las diferencias, ambos comparten una "vocación misionera" y que con León XIV la Iglesia profundiza el rumbo de "ampliar horizontes" que había iniciado Francisco.
En sus primeros meses, León XIV se ha mostrado poco en los titulares, con la excepción de sus posicionamientos claros a favor del fin de la guerra en Gaza y sus cuestionamientos al gobierno israelí. Ha dedicado gran parte de su tiempo a audiencias, sin realizar viajes al exterior ni grandes cambios, privilegiando su faceta diplomática. Su hito más significativo fue su participación en el Jubileo de los Jóvenes, donde fue aclamado por miles de asistentes, aunque sin generar el "lío" característico de Bergoglio.
El papa Prevost busca priorizar la unidad de la Iglesia por encima de todo. Su enfoque, menos avasallante y progresista, lo convierte en un líder "tolerable" para el ala más ortodoxa del Vaticano. A diferencia de Francisco, no ha realizado nombramientos clave ni ha hecho declaraciones que generen fracturas internas. Christopher White, autor del libro "Papa León XIV: Dentro del Cónclave y el Amanecer de un Nuevo Papado", lo describió como un "gerente muy reservado" que prefiere "escuchar" y guardar sus decisiones en secreto.
En el ámbito de la geopolítica mundial, León XIV ha actuado con decisión. Se ha reunido dos veces con el presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, y ha hablado por teléfono con el mandatario ruso, Vladimir Putin, para mediar en el conflicto. Además, ha reforzado la condena del Vaticano a los ataques en Gaza, conversando con el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, y endureciendo su discurso sobre la "barbarie" de la guerra.
A diferencia de Bergoglio, que a menudo tomaba decisiones de forma personal, Prevost ha demostrado una tendencia a delegar responsabilidades. Esto se evidenció en las fuertes declaraciones del secretario de Estado, Pietro Parolin, y del cardenal Pierbattista Pizzaballa sobre el ataque en Gaza. Según el periodista vaticano Marco Politi, el nuevo papa "no quiere ser como Francisco, que trabajaba solo y tomaba decisiones solo".
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