El asado, emblema de la gastronomía argentina, se consolida como un lujo para el bolsillo de los consumidores, con un aumento del 68% en los últimos doce meses. Este incremento se posiciona muy por encima del 43% acumulado del Índice de Precios al Consumidor (IPC) en el mismo período, y supera ampliamente la evolución de los salarios, que continúan perdiendo poder adquisitivo frente a la inflación.
En mayo, a pesar de un IPC nacional del 1,5% —el más bajo en cinco años—, el corte de asado desafió la tendencia general y subió un 2%, alcanzando un promedio nacional de $10.971 por kilo. Este comportamiento contrasta con otros cortes de carne vacuna que, posiblemente debido a la caída del consumo interno, muestran signos de desaceleración en sus precios.
Variabilidad Geográfica y Precios Disparados
Un estudio reciente de +P en carnicerías del Alto Valle-Patagonia reveló precios aún más alarmantes: el kilo de asado se comercializa en promedio a $20.000, llegando incluso a $24.000 en ciertas promociones, especialmente con carnes provenientes de La Pampa. Esta marcada disparidad regional evidencia que la problemática del precio del asado no solo radica en su constante ascenso, sino también en su notable fluctuación geográfica.
Desde enero de 2025, el asado acumuló un alza del 19%, mientras que la inflación general se mantuvo en el 13%. Este escenario impacta directamente en el consumo de carne, un bien que históricamente ha sido fundamental en la dieta argentina. «Está claro que los salarios siguen corriendo por detrás de la inflación, y esto se hace sentir en la demanda de carne. El asado en particular, y la carne en general, son los grandes perdedores de esta política económica», manifestó un referente comercial del Alto Valle.
Asado en Dólares: También en Alza
La preocupación se extiende al análisis del precio del asado en moneda extranjera. En mayo, el valor del kilo se aproximó nuevamente a los 10 dólares, un nivel no visto en dos meses. Este encarecimiento en dólares se atribuye a la combinación de un crecimiento constante de los costos de la actividad en pesos y un tipo de cambio que se mantiene relativamente estable.
Esta tendencia desde principios de 2024 convierte al asado en un producto cada vez más inaccesible, tanto para el consumo doméstico como en comparación con los valores internacionales. La carne vacuna pierde terreno en la mesa argentina, siendo progresivamente reemplazada por opciones más económicas como pollo, cerdo o legumbres. Este fenómeno no solo tiene implicancias económicas, sino también un profundo impacto cultural, amenazando con transformar el tradicional ritual del asado de fin de semana en una costumbre reservada para unos pocos.
La incertidumbre persiste sobre si esta situación es meramente coyuntural o si estamos frente a un cambio estructural en los hábitos de consumo de los argentinos. Lo cierto es que, por el momento, el precio del asado no muestra señales de moderación y continúa siendo un termómetro clave de la economía en transición.
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