China se encuentra en la fase final de la construcción de la que será la presa más alta del mundo, la Shuangjiangkou, una obra de ingeniería monumental que alcanzará los 312 metros de altura, equivalente a la icónica Torre Eiffel de París. Este proyecto supera a la actual poseedora del récord, también en China, la presa Jinping-I, que mide 305 metros. Ubicada estratégicamente en el río Dadu, en la provincia de Sichuan, esta iniciativa es fundamental para la ambiciosa transición energética del país.
Esta proeza ingenieril no solo desafía los límites de la construcción en áreas de alta montaña, sino que también refuerza la estrategia de China para disminuir su dependencia de los combustibles fósiles y consolidar su liderazgo en el ámbito de las energías renovables. La presa, cuya altura se compara con la de un rascacielos de cien pisos, está diseñada para generar hasta 2.000 megavatios de energía hidroeléctrica, una capacidad suficiente para abastecer a millones de hogares y reducir significativamente las emisiones de carbono en el suroeste de China.
Además de
Pese a estas preocupaciones, el gobierno chino defiende el proyecto como esencial para su transición hacia una matriz energética más limpia y eficiente. Se espera que la presa de Shuangjiangkou esté completada para finales de esta década, y se prevé que, una vez operativa, transforme el panorama energético de Asia.
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