Detienen a un hombre vinculado al asesinato del playero Bruno Bussanich tras más de un año

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Un año después de la serie de cuatro crímenes contra trabajadores que sacudió las calles de Rosario, fue detenido un hombre presuntamente relacionado con el asesinato del playero Bruno Bussanich. Se trata de Alejandro Victoriano C., sobre quien pesaba un pedido de captura. La aprehensión se concretó durante la madrugada de este martes en la zona sur de la ciudad, llevada a cabo por efectivos del Comando Radioeléctrico de la Unidad Regional II de la Policía de Santa Fe.

El procedimiento policial de identificación se realizó aproximadamente a las 3 de la mañana en la intersección de Patagones y Presidente Quintana. En ese lugar fue identificado el individuo. Al consultar sus datos filiatorios, los agentes del Comando Radioeléctrico constataron que existía una orden de captura activa emitida por la Unidad de Homicidios Dolosos del Ministerio Público de la Acusación (MPA).

Se anticipa que Esteban Santantino, secretario de Análisis del Ministerio de Justicia y Seguridad del Gobierno de Santa Fe, junto a los fiscales Adrián Spelta y Patricio Saldutti, integrantes de la Unidad de Homicidios Dolosos del MPA, proporcionarán información adicional sobre el caso en las próximas horas.

La Saga de Crímenes contra Trabajadores

La secuencia de hechos violentos comenzó alrededor de las 22:30 del 5 de marzo de 2024. Héctor Raúl Figueroa, un taxista de 43 años, recogió a un pasajero adolescente en Uriburu y Oroño con destino a Flammarión al 5100. Al llegar y detener el vehículo, otro joven se aproximó a pie y abrió fuego contra el conductor. Figueroa recibió nueve impactos de bala, sufriendo más de 15 heridas que le causaron la muerte en el acto. El pasajero descendió del taxi y huyó corriendo junto al sicario.

>> Leer más: Revelan que el crimen del taxista se cometió con balas de la policía

Al día siguiente, las hipótesis sobre el móvil se tornaron complejas, dado que Figueroa era el tercer taxista asesinado en menos de un mes y ninguno de los casos parecía responder a un intento de robo. Horacio Yanotti, titular del sindicato de Peones de Taxis, interpretó públicamente este último crimen como un presunto "mensaje mafioso" dirigido al gobierno provincial. Sin embargo, el ministro de Seguridad, Pablo Cococcioni, cuestionó esta conjetura ese mismo día, señalando la falta de pruebas concretas para sostenerla.

El panorama se oscureció aún más la noche del 6 de marzo, cuando otro taxista, Diego Alejandro Celentano, de 43 años, fue asesinado a tiros por un pasajero en la zona de Alvear y Garmendia. Pocas horas más tarde, los investigadores determinaron que ambos homicidios compartían un mismo trasfondo: habían sido perpetrados con la misma arma y con municiones pertenecientes a la Policía de Santa Fe. El mismo tipo de armamento y balas se utilizó horas después, ya el 7 de marzo, para atacar a disparos la comisaría 15ª, ubicada en Sarmiento y Ameghino.

Horas antes de ese ataque a la seccional policial, otro suceso había impactado a la ciudad, ya alterada y bajo un paro parcial de taxistas. Marcos Daloia, colectivero de 39 años, fue atacado a balazos mientras conducía una unidad de la línea K por la intersección de Mendoza y Méjico. Dos días después, en la mañana del sábado 9 de marzo, una bandera colgada en un puente de la Avenida Circunvalación contenía un mensaje que aportó un contexto público a la escalada de violencia: "Pullaro y Coccocioni: se metieron con nuestros hijos y familiares. Van a seguir muertes de inocentes, taxistas, colectiveros, basureros y comerciantes".

Horas más tarde, otro crimen pareció confirmar la advertencia. Cerca de las 23:30, Bruno Nicolás Bussanich, de 25 años, fue asesinado a tiros mientras cumplía sus tareas como playero en la estación de servicio Puma de Mendoza al 7600. El homicidio quedó registrado por las cámaras de vigilancia del local, mostrando una imagen impactante: el autor material del ataque fue un adolescente. En el lugar del hecho se encontró otro mensaje que confirmaba la motivación de represalia por parte de bandas criminales contra el gobierno provincial.

Posteriormente al asesinato del playero, se confirmó el fallecimiento del colectivero Marcos Daloia. En ese punto, la ciudad experimentó una parálisis casi total. Las calles de Rosario permanecieron prácticamente vacías durante el resto de ese fin de semana. A los paros de colectiveros, taxistas y estaciones de servicio se sumó una notable disminución en la actividad gastronómica, dibujando el retrato de una ciudad sumida en el temor.

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