Comprar lechuga en Rosario se ha convertido en una misión casi imposible. “No hay. El cajón sale 50 mil pesos, no la puedo traer”, se lamenta un verdulero, mientras otro advierte: “Tengo que vender el kilo a 15 mil pesos para que sea redituable”. La crisis se desató tras semanas de intensas lluvias seguidas de temperaturas extremas, que destruyeron la cosecha de verduras de hoja, haciendo que productos básicos como la lechuga, acelga, espinaca y rúcula desaparezcan de los comercios o se vendan a precios exorbitantes.
Los pocos comerciantes que logran conseguir mercadería advierten a sus clientes antes de la venta: “Mirá que el kilo de lechuga está 10 mil pesos y solo tengo repollada”. El desconcierto de los compradores es evidente, pero la respuesta es siempre la misma: “El calor mató todo. Todo lo que sea de hoja está caro”.
El precio de la lechuga se disparó en días
La inestabilidad climática golpeó tanto a grandes como pequeños productores. Las lluvias anegaron los campos y, posteriormente, el calor extremo terminó con lo poco que había quedado en pie. “Es buena mercadería, pero la verdulería es oferta y demanda, y cuando no hay, ponen el precio que quieren”, reconoce Miguel, comerciante del barrio Hospitales, al sur de la ciudad.
El incremento de precios fue abrupto. “El jueves compré un cajón de lechuga a 30 mil pesos, al día siguiente subió a 40 mil y el lunes alcanzó los 50 mil pesos”, relató. A raíz de esto, los vendedores se ven obligados a ofrecer el kilo a 15 mil pesos para obtener una ganancia del 30%.
Y no solo la lechuga sufrió este impacto. La espinaca, que a principios de mes costaba 1.200 pesos la bolsa, ahora ronda los 2.000, marcando un incremento del 60% en apenas diez días. La papa también se encareció en un 300%, lo que genera preocupación en los consumidores. “Todo lo de hoja no hay. Se perdió por el clima. Va a ser así hasta fin de mes”, advierte José, dueño de una verdulería en barrio Martín.
"Es oferta y demanda"
En los mercados mayoristas de Fisherton y de la zona oeste, los precios fluctúan según la estacionalidad y disponibilidad. Si las condiciones climáticas, la comercialización y la producción se alinean, los precios bajan. Pero cuando alguno de estos factores se ve afectado, los valores se disparan.
Las fuertes lluvias de fines de febrero inundaron las quintas, y el calor sofocante de marzo terminó de dañar las plantas. “Podés conseguir en las quintas, pero las hojas están quemadas en las puntas y nadie te las compra”, lamenta Miguel. En este contexto, los productores que cuentan con cámaras de frío sacaron ventaja, ofreciendo sus productos a precios cada vez más altos. “Se va a mantener en ese rango de 50 mil pesos el cajón de lechuga, que son 4 kilos, y tengo que vender cada uno a 15 mil”, afirma José.
Sin embargo, se espera que el precio empiece a descender en las próximas semanas. “Por más que no haya mercadería, la gente sola deja de comprar a ese precio”, comenta un comerciante. Las verdulerías trabajan con productos perecederos y retener stock no es opción. “Aunque sobre poco, no sirve. Va a bajar porque es oferta y demanda, como es siempre”, concluye José.
La producción en la región y el futuro de los precios
La mayoría de las verduras de hoja que se venden en Rosario provienen de quintas cercanas, ya que los traslados de larga distancia encarecen los costos y afectan la calidad del producto. “Todas o casi todas vienen de las quintas del Gran Rosario y alrededores”, señala Gustavo Suleta, referente del Mercado de Concentración de Fisherton.
Los especialistas aseguran que los elevados precios persistirán hasta fin de mes o principios de abril. “La lechuga tiene un ciclo productivo de entre 50 y 60 días. Al tratarse de un alimento sumamente perecedero, con el tiempo tendrá que bajar el precio porque la gente no podrá sostener ese valor de compra”, explica Suleta.
Mientras tanto, los consumidores deben enfrentar precios desorbitantes y buscar alternativas hasta que el mercado vuelva a estabilizarse.
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