El consumo de bebidas energizantes en adolescentes y jóvenes vuelve a estar en el centro del debate. Desde el Concejo Municipal, buscan lanzar una campaña de concientización para advertir sobre las consecuencias negativas de estos productos en la salud.
La iniciativa, presentada por la concejala Marisol Bracco, apunta a educar sobre el contenido y los efectos de estas bebidas, además de regular su consumo en menores de edad, embarazadas y mujeres en período de lactancia. También se busca fomentar hábitos saludables que reduzcan la necesidad de recurrir a estos productos.
"Desde su aparición en 1987, su producción ha crecido significativamente. El ingrediente que más ha generado debate es la cafeína. Estas bebidas contienen entre 290 y 430 mg por litro, dependiendo de la marca. Es una sustancia adictiva que produce dependencia y tolerancia, generando un síndrome de abstinencia al reducir o eliminar su consumo", explicó Bracco en diálogo con La Capital.
Los efectos en la salud
Según diversos estudios médicos, el consumo excesivo de estas bebidas puede provocar problemas cardiovasculares, endocrinos, digestivos y de salud mental, incluyendo depresión, ansiedad e insomnio.
Bracco también destacó la preocupación de padres y docentes por el aumento del consumo de estas bebidas en jóvenes. Un problema aún mayor surge cuando se combinan con alcohol, ya que potencia sus efectos nocivos en el organismo.
"Este proyecto que presentamos será vital para que la Municipalidad, junto a la Secretaría de Salud, utilice diversos canales de comunicación para informar sobre los riesgos", señaló la concejala. La propuesta contempla que la información circule en redes sociales, distritos municipales, el sitio web oficial y el transporte urbano de pasajeros.
¿Qué hacen en el cuerpo las bebidas energizantes?
La nutricionista María Florencia Palma, en diálogo con La Capital, explicó que estos productos afectan directamente al sistema nervioso central.
"En el instante en que se consume, genera una sensación de lucidez, como si se pensara mejor, pero a largo plazo provoca el efecto contrario", aseguró.
Las bebidas energizantes contienen altos niveles de cafeína y azúcar, lo que genera un efecto de estimulación rápida en el cerebro. Sin embargo, al pasar el efecto, el organismo vuelve a demandarlo, creando una dependencia difícil de romper.
"El problema es que cuando los adolescentes crecen dependiendo de un estímulo externo para que 'su cerebro funcione mejor', se genera una sensación de angustia y vacío. A nivel metabólico, puede derivar en trastornos de ansiedad", agregó Palma.
Además, estas bebidas pueden afectar la microbiota intestinal, lo que impacta en la conexión entre el intestino y el cerebro. También pueden aumentar el riesgo de diabetes, pero el mayor problema radica en la necesidad constante de un estímulo externo para sentirse bien.
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