En el lujoso hotel Decápolis, ubicado en la Ciudad de Panamá, 299 migrantes deportados desde Estados Unidos permanecen en aislamiento, mientras algunos han sido vistos a través de las ventanas pidiendo ayuda mediante carteles y señales de auxilio.
“Por favor, ayúdennos”, se lee en un mensaje escrito en un trozo de papel que dos niñas exhiben desde la ventana de una de las habitaciones del hotel. Otros migrantes han sido captados levantando los brazos y cruzándolos a la altura de las muñecas, una señal de que se sienten privados de libertad. Además, han colgado pequeños carteles con mensajes como “no estamos seguros en nuestro país” y han realizado un gesto de auxilio internacional, levantando un brazo con el pulgar metido en la palma, un símbolo utilizado por personas en peligro.
Los 299 migrantes provienen de diversas naciones, incluyendo India, China, Uzbekistán, Irán, Vietnam, Turquía, Nepal, Pakistán, Afganistán y Sri Lanka. Arribaron a Panamá la semana pasada en tres vuelos enviados por el gobierno de Donald Trump, como parte de su política de deportación de personas indocumentadas.
El gobierno panameño se comprometió con Estados Unidos a repatriar a este grupo de migrantes a sus países de origen. Sin embargo, solo 171 de ellos aceptaron regresar, mientras que los 128 restantes han manifestado su negativa a ser enviados de vuelta.
Las autoridades de Panamá han informado que los migrantes serán trasladados a un campamento en la provincia del Darién, un sitio que hasta el momento ha servido como refugio temporal para migrantes irregulares en tránsito hacia Estados Unidos.
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