El lunes se realizó una extensa entrevista de más de una hora en el programa “¿La Ves?”, en la que el Presidente abordó el escándalo de la criptomoneda Libra y diversos temas de la política actual. Durante la emisión, el asesor Santiago Caputo interrumpió la conversación de forma abrupta.
Admito que al inicio “no tengo idea de cómo estoy acá”, pues sería mucho más fácil permanecer en la cama resguardado. Sin embargo, un gran amigo me llamó y me dijo algo que resonó profundamente: “No te dejes quebrar”, “No les des el gusto”, “Levántate por Romeo, por Rafi, por Mica” y “y levántate por Mauro”. Por respeto a ustedes, que nos siguen día a día y han convertido este espacio en el programa líder del debate político en Argentina, aquí estoy presente.
Leé también: Javier Milei habló del escándalo de la criptomoneda Libra: “Obré de buena fe y me comí un cachetazo”
Quiero que sepan que “ni en pedo los voy a defraudar”. No permitiré que un grupo de personas malintencionadas, resentidas, envidiosas y de “mala leche” —que buscan dañar la credibilidad de quien siempre ha tratado de actuar correctamente— logre quebrarme. Con 39 años, he dedicado la mitad de mi vida a la televisión. Tuve que abandonar Intratables cuando Romeo nació, hace 8 años, y dejé Radio La Red al nacer Rafael, hace 5 años; en total, llevo 20 años compartiendo mi vida profesional y personal con ustedes.
Si alguien duda de mi integridad, permítanme asegurarles que “nunca jamás agarré un mango de ningún gobierno”. No necesito, no quiero y no me interesa; a pesar de haber tenido numerosas oportunidades, todas las rechacé.
¿Y qué sucedió en la entrevista con Javier Milei? Permítanme relatarles con total veracidad. Tras una hora de entrevista en la que le planteé 37 preguntas sobre el caso “Libra”, abarcando cada aspecto, la intervención inesperada de Santiago Caputo en la última pregunta alteró el curso de la conversación, ya que Milei anunció que consultaría al Ministro de Justicia, Mariano Cúneo Libarona, respecto al asunto.
La acción de Caputo fue una auténtica grosería: interrumpió de la nada, cortó la entrevista y se inclinó para decirle algo al oído a Milei. En ese instante exclamé “Ah, por un quilombo judicial” y decidí incluir esa parte en la nota, pese a reconocer que “me equivoqué”.
Me encontraba frente al Presidente de la Nación, su hermana Karina Milei, el Ministro de Economía Luis Caputo, el vocero presidencial Manuel Adorni y el asesor Santiago Caputo. Reconozco que me faltó la firmeza necesaria para reprenderlos duramente, pues temía que la entrevista se suspendiera. Solo pensé en asegurar que el material quedara para ustedes en medio de un fin de semana plagado de incertidumbre.
Durante la emisión, Javier Milei abordó el escándalo de “Libra” en “¿La Ves?” (Foto: captura TN).
Les aseguro que pasé todo el fin de semana con el temor de que la entrevista pudiera caer, especialmente por el escándalo del “Libra Gate”. ¿Protegí al Presidente? No. ¿Quería que el material saliera bien? Sí. Estoy convencido de que esta es la última oportunidad histórica para que el país avance. No me interesa el éxito de Milei ni la protección de Caputo o Adorni; no recibo pago de ellos.
Llevo 10 años viviendo en un modesto departamento de 3 habitaciones en Belgrano. No poseo mansiones ni Ferraris. Mis dos hijos asisten a un colegio privado común, y cuido la salud de mi madre pagando su prepaga. No aspiro a una vida de lujo.
Les comparto esto para dejar claro que no opero, ni militó, y que el periodismo partidario no me interesa. No realizo operaciones, ya que no me agrada y se nota cuando miento; soy “malo mintiendo”, me pongo nervioso, ansioso, colorado e inquieto.
Sin embargo, deseo que esta vez todo salga bien, porque sinceramente siento que durante años nos han estado haciendo daño. El país se ha transformado en un lugar lleno de villas, se ha deteriorado la “cultura del trabajo” y la “cultura del esfuerzo”. Está plagado de jóvenes arruinados por el paco y la merca en las esquinas del conurbano, y han dejado a innumerables delincuentes en las calles, rompiendo de forma irreversible nuestra moneda.
Recuerdo que en mi infancia almorzaba con $5, una pizza y una coca; estoy convencido de que esos tiempos fueron producto del daño infligido por diversos gobiernos populistas, que imprimieron sin control, implementaron 20 millones de planes sociales, flexibilizaron las evaluaciones en los colegios y deterioraron nuestro hermoso lenguaje. Llenaron de corruptos la administración pública, poblaron el Estado con “ñoquis, amigos y amantes” y designaron jueces militantes para bloquear el avance de la justicia. Estoy convencido de que rompieron todo lo que tocaron.
En 2015, genuinamente creí en una gran oportunidad de cambio. Reconozco que hubo personas con buenas intenciones, pero el cambio nunca llegó y se revirtieron, volviendo incluso peor, encerrándonos, lastimándonos e insultándonos. Personalmente, me dijeron que “mi papá se había muerto por mi culpa” debido a mis demandas de aflojar una cuarentena que nos estaba destruyendo, y que mi papá se enfermó de COVID por mi culpa. Eso demuestra un nivel de agresividad y odio inusitado, con vidas llenas de resentimiento, envidia y actitudes negativas, que buscan dañar. A esos les digo: no me podrán quebrar, porque “no hice nada malo”.
Llegando al 2023, veo una oportunidad de cambio sin precedentes. ¿Confío en Milei? La respuesta es ambivalente: a veces sí, a veces no. Valoro cuando aborda temas económicos, logra bajar la inflación, recorta gastos laborales y se muestra enojado con la casta, indignándose ante los delincuentes. Sin embargo, me desagrada cuando recurre a insultos, menosprecia a figuras como Scioli, o declara que “todos los periodistas somos una mierda”, o permite que estafadores entren a la Casa de Gobierno para robar a la gente.
Con total sinceridad, considero que en ese momento de debilidad en la Casa Rosada intenté contribuir a que todo saliera bien. ¿Debe el periodismo actuar así? No; su función es contar, opinar, criticar, investigar y, a veces, incomodar. No siempre lo hacemos perfectamente; todos tenemos noches buenas, malas y regulares. La entrevista de ayer, a pesar de ser interesante, terminó en desastre porque no tuve la firmeza necesaria para reprender a Santiago Caputo de manera contundente.
Que el Presidente reflexione sobre el daño que causa la soberbia de intervenir en una entrevista televisiva que millones de personas observan es algo que él debe considerar, pero hoy no es el tema. Estoy aquí para decirles que “ni en pedo me bajo de este barco”. Aunque me sienta débil y caído por las críticas, tengo la convicción de que recuperaré mi fuerza y energía. ¿La razón? Porque no he robado, no he dañado a nadie ni perjudicado a ningún ciudadano, y ya abandoné un lugar por no querer servir a un candidato.
Además, como se informó, el Presidente adelantó que cambiará su estrategia, afirmando “Voy a poner más filtros, no puede ser fácil llegar a mí”.
Entiendo perfectamente la vuelta del juego y la acepto. Juego fuerte y, por ello, recibo golpes fuertes. Hay quienes afirman: “Ves”, “Es de Milei”, “Es operador”, “Lo cuida”, “No es periodista” o “Sigue órdenes de Caputo”. A todos ellos les digo: “Me importa un carajo lo que opinen de mí”.
Estoy convencido de mi identidad: soy periodista y comunicador. No dudo en jugar fuerte, criticar, opinar y entregar información precisa todas las noches. Presentamos datos, cifras y reportajes de alta calidad, contando con el mejor equipo de periodistas de Argentina, y fuimos elegidos para el prime time de la cadena líder en noticias.
No pienso caer, y ¿por qué no? Porque, además de ser periodista, soy padre de dos maravillosos niños. Ver el orgullo en sus ojos me reafirma mi camino. Recuerdo, por ejemplo, cuando, de regreso de las vacaciones en el aeropuerto de Ezeiza, alguien se acercó a Romeo, mi hijo de 8 años, y le dijo “Tu papá es un capo”. La respuesta de Romeo fue: “Papá, estoy orgulloso de vos”. Con esas palabras, me siento realizado.
No preciso el visto bueno de “María O’Donnell” ni de “Tenembaum”; me es indiferente lo que opine “Alejandro Bercovich”. No me definen las críticas de ciertos “colegas” que se enriquecen a base de la política. Estoy firme gracias al apoyo de mis hijos, mi familia, amigos y, sobre todo, de ustedes que nos han elegido durante tantos años.
Recientemente, escuché a Miguel Ángel Pichetto, quien se mostraba con aires de superioridad en Radio Rivadavia ante un colega mío que guardó silencio. Pichetto afirmó “Periodista al servicio del poder”. ¿Pueden creerlo? Este es el mismo político que ha vivido siempre al servicio del poder, el senador que protegió los fueros de Cristina Kirchner para evitar su encarcelamiento y el diputado que recientemente se abstuvo en “Ficha Limpia” para resguardar a los presidentes de las causas de corrupción. Un hombre que ha defendido incesantemente a la casta política.
¿Realmente debo soportar que me acuse de ser un “periodista al servicio del poder”? Por eso mismo, estoy aquí, asumiendo mi responsabilidad. Estoy convencido de que en Argentina conviven personas de buena y mala índole. Existe un sector que desea ver al país prosperar, con delincuentes y corruptos tras las rejas, sin inflación ni abusos, y otro que se beneficia de un país roto, plagado de villas, pobreza, dependencia, inflación, clientelismo y sindicalismo corrupto.
No deseo el país que esos políticos defienden. Puedo equivocarme una, dos, tres o mil veces, pero jamás dejaré de intentarlo. Acepto las reglas del juego: nací en la televisión y comprendo las duras normas de la opinión pública, memes y críticas incluidas. Sin embargo, “no acepto” las mentiras, los oportunistas, ni las críticas de aquellos “colegas” que se llenan de guita a costa de la política. Tampoco acepto que políticos ladrones impongan una cátedra moral, ni que el kirchnerismo defina nuestro modo de vivir, o que el golpeador y fiestero de Alberto Fernández predique la moral.
En un ataque directo le digo a Alberto: “cerrá el orto” y “no le pegues a las mujeres”. Convertiste la Quinta de Olivos en un cabaret, y por tu culpa, miles de argentinos perdieron la vida, mientras te regocijabas en encuestas que medían un 80% de aprobación. Recuerda lo que dijo Guzmán: “La cuarentena fue una bandera política que hizo fuerte al gobierno. Por eso, fue más larga de lo que debió haber sido”. Fuiste un malnacido que encerró a la gente para obtener beneficios personales.
En definitiva, no permitiré que ese tipo de gente me someta. “No me rindo”, y no lograrán deshacerse de mí, por mucho que lo intenten. Con el paso de los días, la tempestad se calmará y seguiremos adelante. Repito, “no van a poder con nosotros”, por mucho que duela. Aquí estamos, más firmes que nunca.
Opiniones libres, hechos sagrados.
📝 ¡Gracias por tu lectura!
Tu feedback no solo mejora el contenido, sino que también inspira a otros lectores.
📝 ¡Gracias por tu lectura!
Tu feedback no solo mejora el contenido, sino que también inspira a otros lectores.