El pasado fin de semana, el Gigante de Arroyito fue escenario de un evento cargado de simbolismo y polémica. "El Laucha", un hombre relacionado con la banda de la zona noroeste de Rosario, fue presentado como el nuevo jefe de la barra de Rosario Central, en medio de una jornada que incluyó humo negro, banderas quemadas y un claro mensaje de reestructuración tras los recientes homicidios de Andrés "Pillín" Bracamonte y Daniel "Rana" Attardo.
El acto, que atrajo atención incluso fuera del estadio, marcó un cambio significativo dentro de la hinchada canalla. Aunque oficialmente el humo provenía de banderas desechadas, el evento incluyó una multitudinaria choripaneada como marco para la proclamación del nuevo líder. Además, la presencia de un familiar de un conocido narcotraficante rosarino detenido reforzó la percepción de un giro en las alianzas dentro del mundo de la barra.
Un liderazgo impuesto desde el exterior
De acuerdo con fuentes cercanas a la barra auriazul, "El Laucha" fue designado líder por uno de los cabecillas de la Banda de los Menores, actualmente fuera del país. Este cambio de mando se da tras la disolución de un breve triunvirato que incluyó figuras del antiguo esquema liderado por Pillín, pero que finalmente dejó el poder absoluto en manos del nuevo jefe.
El trasfondo de violencia y conexiones con el crimen organizado sigue pesando sobre el grupo. Las investigaciones en curso por el doble homicidio de Bracamonte y Attardo involucran a sectores asociados al flamante líder.
¿Una nueva era en la popular?
Pese a la reorganización interna y el mensaje de unidad, en los pasillos del Gigante de Arroyito persisten las dudas sobre la capacidad de consolidación de esta nueva conducción. Quienes conocen los entramados del estadio aconsejan prudencia ante un panorama que podría seguir siendo inestable.
Por ahora, el "roedor", como lo apodan en algunos círculos, ha asumido el mando con el respaldo de sus superiores y con la promesa de establecer una nueva etapa para la barra de Rosario Central. Sin embargo, los vínculos oscuros y la violencia reciente plantean interrogantes sobre la verdadera naturaleza de este cambio de liderazgo.