Empobrecidos reales: el colapso de las jubilaciones en Argentina

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El Centro de Educación, Servicios y Asesoramiento al Consumidor (Cesyac) informó que, en septiembre, una pareja de jubilados en Rosario necesitó un total de $623.481,50 para cubrir su Canasta Básica de Jubilados (CBJ), lo que representa un aumento del 6,91% respecto al mes anterior. Sin embargo, las dos jubilaciones mínimas que perciben entre ambos no les alcanzan para cubrir esta canasta. Hace un año, una pareja de jubilados podía comprar casi una canasta y media con sus ingresos; hoy, ese ingreso no cubre siquiera una.

El Cesyac realiza su relevamiento en función de los precios promedio en cadenas de supermercados y comercios de barrio, incluyendo 13 servicios esenciales y 50 productos básicos. En septiembre, el gasto en productos de consumo masivo fue de $239.358,35, mientras que los servicios básicos para el hogar costaron $384.123,15. Sin embargo, con la jubilación mínima fijada en $234.540, más un bono de $70.000 otorgado por el gobierno, los ingresos de los jubilados apenas llegaron a $304.540, insuficientes para cubrir sus necesidades básicas.

Este estudio se enfoca únicamente en lo necesario para subsistir y no contempla gastos adicionales como vestimenta, esparcimiento o el costo de alquileres, que se calculan tomando precios mínimos del mercado. La inflación tiene un impacto particularmente severo en los jubilados, ya que la CBJ aumentó 3,27% en comparación con la Canasta Básica para una familia tipo.

En comparación con septiembre de 2023, el costo de la CBJ aumentó un 367%, mientras que la jubilación mínima creció en 245%, pasando de $124.000 (incluyendo un bono de $37.000) a los actuales $304.500. Esto refleja una fuerte pérdida de poder adquisitivo, ya que hace un año una pareja de jubilados podía comprar casi una canasta y media; hoy no alcanzan siquiera a cubrir una.

Los rubros que más contribuyeron al aumento de la CBJ fueron: servicio de agua (108,72%), medicamentos (9,53%), frutas y verduras (5,94%), cable, internet y telefonía (5,45%), bebidas (5,43%), productos de limpieza (5,23%), servicio de gas (5,12%) y expensas (5%).

Ignacio Pandullo, coordinador del Cesyac, explicó el impacto de esta situación: “La gente empezó reemplazando primeras marcas por marcas blancas; luego, con el agravamiento de la crisis, comenzó a privarse de alimentos de calidad como frutas, carnes, verduras. Y optó por alimentos más rendidores pero de contenido nutricional deficiente. Aumentó la venta de comestibles envasados, fideos, arroz, y bajó la de alimentos ricos en proteínas. Mucho más en los jubilados, cito la tristeza que cuentan en las farmacias, de clientes que deben elegir entre un medicamento u otro, o no poder comprar ninguno”, lamentó.

Pandullo subrayó que el relevamiento mide solo productos y servicios básicos, y no incluye “vestimenta, esparcimiento o el pequeño lujo de un abuelo por llevar a su nieto al cine, o a tomar un helado. O si tiene algún servicio de salud extra, fuera de Pami”. “La brecha es muy grande”, concluyó el analista. 

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