El pasado 24 de agosto de 2024, se presentó un estudio exhaustivo sobre el estado ambiental del arroyo Ludueña en Rosario, el cual revela preocupantes hallazgos sobre la contaminación en esta importante vía fluvial. El informe, resultado de un convenio entre la Municipalidad y la Facultad de Ciencias Exactas, Ingeniería y Agrimensura de la Universidad Nacional de Rosario, proporciona un análisis riguroso de la calidad del agua a lo largo del curso del arroyo entre octubre de 2022 y marzo de 2024.
El estudio identificó varias fuentes de contaminación, incluyendo desagües pluviales que también funcionan como cloacales, descargas de aceites y grasas, y efluentes industriales no tratados, especialmente en el canal Ibarlucea. También se encontraron evidencias de volcado de residuos sólidos en el cauce y márgenes del arroyo. A través de análisis físico-químicos y descripciones cualitativas en 51 puntos de muestreo, el informe destaca que las aguas del arroyo presentan una carga orgánica baja al ingresar a Rosario, que aumenta significativamente en las zonas intermedias, para luego disminuir hacia la desembocadura en el Paraná.
El informe destaca que este estudio es el primero de carácter continuo, y aunque es integral y científico, se carece de un archivo histórico para comparar los datos, lo que subraya la necesidad de realizar estudios periódicos para evaluar la evolución del estado del arroyo en respuesta a las intervenciones humanas, como las actividades industriales y urbanizaciones.
El arroyo Ludueña recorre Rosario de oeste a este y su cuenca abarca 14 localidades en los departamentos de Rosario y San Lorenzo. La calidad del agua en esta vasta área de 80 mil hectáreas y 19 kilómetros está en juego debido a diversas intervenciones, como la expansión de barrios, industrias y centros comerciales, así como la proliferación de canales clandestinos y desarrollos productivos.
El estudio revela que la actividad agropecuaria predominante en la cuenca alta se transforma en uso urbano e industrial en las zonas medias y bajas, generando un aumento de contaminantes y una disminución en la capacidad de infiltración del suelo. Este cambio ha resultado en un significativo aporte de fertilizantes, plaguicidas, efluentes cloacales y residuos industriales, con efectos adversos amplificados por el cambio climático, que provoca fenómenos extremos de temperatura, lluvias y sequías.
Se midieron varios parámetros en 51 puntos a lo largo del arroyo, incluyendo la Demanda Biológica de Oxígeno (DBO) y la Demanda Química de Oxígeno (DQO), que ofrecen una indicación de la biodegradabilidad y contaminación orgánica. En algunos puntos, se observó una alta dispersión en los valores de DBO, con incrementos significativos, como el registrado en marzo de 2023 en la ribera entre las calles Jacobacci y Miglierini, con un aumento del 150% respecto al mes anterior.
Otros parámetros analizados incluyen pH, temperatura, sólidos solubles y suspendidos, turbidez, conductividad eléctrica, oxígeno disuelto y sólidos sedimentables. Se detectaron coliformes totales y fecales en varias muestras, sugiriendo descargas de aguas domésticas y cloacales en la mayoría de los puntos de medición.
El informe concluye que el tramo del arroyo más afectado es el de la Zona 2, con elevados niveles de sólidos suspendidos que pueden elevar la temperatura del agua, reducir el oxígeno disuelto y alterar la cadena alimentaria del ecosistema acuático.
Se recomienda continuar el monitoreo y la toma de muestras para identificar fuentes específicas de contaminación, especialmente en áreas como Puente Negro y Azcuénaga, y en las descargas del complejo Fisherton Mall y el Aeropuerto Internacional. Las recomendaciones generales incluyen un monitoreo continuo, control de la contaminación, restauración de ecosistemas afectados y un plan de educación ambiental para promover la conciencia pública sobre la importancia de mantener la calidad del agua.