Un ex líder golpista busca ser presidente de Haití

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Guy Philippe. AFP

También aprovechó el descontento de la gente para promover su “revolución”, puso en jaque a la comunidad internacional y encabezó a un grupo de caudillos armados tan peligrosos como los de ahora.

Por eso todo el mundo se está preguntando, dentro y fuera de Haití, si Guy Philippe ha vuelto a las andadas.

“Philippe viene a jugar un papel negativo en estos momentos; es un paso adelante en todo este caos que ya existe en el país”, dijo a DIARIO LAS AMÉRICAS el analista político Camille Chalmers, sobre este excomisario de policía que en 2004 lideró una sublevación contra el entonces presidente Jean Bertrand Aristide, que lo lanzó luego a la política antes de su captura por agentes de la DEA en julio de 2017.

Guy Philippe, ahora de 56 años, volvió a Haití el 30 de noviembre de 2023, deportado de EEUU donde cumplió una condena de seis años por conspiración vinculada al narcotráfico y lavado de dinero. Liberado por la policía, fue recibido al día siguiente como un héroe en su enclave natal en el departamento de Grand’Anse (suroeste).

Desde entonces empezó a recorrer el país, primero por localidades cercanas del sur, luego por el norte, donde definió sus objetivos: “¡Esta revolución será por ustedes; debemos creer en esta revolución, ¡no se podrá hacer sin nosotros!”, arengó el exoficial en Ouanaminthe, custodiado por agentes muy bien armados de la Brigada de Seguridad de Áreas Protegidas (BSAP), una unidad policial que para muchos se ha convertido en su guardia pretoriana.

En busca del poder

El discurso encendido de Philippe, que en esa localidad del noreste del país exigió al primer ministro Ariel Henry que dimita antes de que él mismo lo destituya, es visto por muchos como algo que debe tomarse en cuenta, más si está interesado en buscar el poder.

“Es posible que sí”, afirmó Chalmers a través de una videollamada. “Philippe, que habló incluso de declarar una amnistía general para las pandillas, probablemente buscará formar alianzas para alcanzar sus fines, ya sea con él al frente o apoyando a alguna otra persona”.

Así ha sido. Tras sus explosivas apariciones a principios de año, el exoficial se mantuvo en bajo perfil hasta el anuncio de Henry de que renunciaría tan pronto se instale un consejo presidencial creado por los principales actores de la sociedad haitiana a instancias de la Comunidad del Caribe (CARICOM), propuesta que Philippe rechazó.

Su partido, Réveil National, propuso a inicios de marzo la formación de un consejo con el excomisario a la cabeza, fórmula que el principal líder de la oposición, Jean-Charles Moïse, de Pitit Dessalines, decidió apoyar con algunos cambios, convirtiendo a estos antiguos rivales en aliados contra el gobierno.

Pero en un giro inesperado este miércoles 20 de marzo, Moïse, que había rechazado el llamado del CARICOM a sumarse al consejo, presentó a su representante ante ese organismo, (supuestamente inducido por diplomáticos extranjeros) rompiendo de hecho la breve alianza con el exlíder golpista.

“El anuncio de la renuncia de Henry fue visto silenciosamente como un alivio por algunos funcionarios estadounidenses y regionales, pero también creó nuevos desafíos a medida que la región intenta improvisar una estructura de gobernanza temporal desde lejos para sacar a Haití de su crisis”, escribió esta semana en Foreign Policy, Robbie Gramer, analista experto en diplomacia y seguridad nacional.

Uno de esos retos es poner a andar la salida propuesta por el CARICOM, que enfrenta la laxitud, argucias y suspicacias de los políticos haitianos: dos sectores de ellos cambiaron a sus representantes en el consejo, uno no se pudo poner de acuerdo hasta cumplido el plazo y otro se sumó al proyecto cuando en principio lo había rechazado.

El Consejo Presidencial debe nombrar a un primer ministro y con éste proponer un consejo electoral provisional que convoque a elecciones. Cuando el primero esté oficialmente conformado, el CARICOM debe enviárselo a Henry, que aún está al frente del gobierno, para su aval y publicación en el diario oficial Le Monitour.

El otro desafío es la falta de claridad respecto a quien podría suceder al gobierno en un país donde —según Chalmers— la oposición se encuentra dispersa desde 2010 como resultado de las acciones de la extrema derecha y de las alianzas entre el asesinado presidente Jovenel Moïse y Henry y los socialdemócratas.

El lugar ha sido ocupado por pandilleros como Jimmy Chérizier (Barbicue), que se presenta como un defensor de la clase popular, y el exoficial de policía (ahora con una nueva imagen) que en 2006 ya se presentó a la presidencia con magros resultados (apenas logró el 1,92% de los votos), y que mejoró en 2016 cuando fue elegido senador por Grand’Anse.

“El interés de Philippe estaría vinculado con la percepción mesiánica que tiene de sí mismo, y para lograr ese objetivo podría aprovechar sus antiguas conexiones y mitigar el impacto de la violencia de las pandillas por la vía institucional asumiendo el papel de mediador”, comentó en diciembre a la Fundación InSight, el catedrático en la Universidad de Virginia, Robert Fatton.

Otro especialista en asuntos haitianos, Jake Johnston, del Centro de Investigación Económica y Política con sede Washington, dijo a The New York Times el mismo día de la llegada del excomisario a Haití que, “dado su historial, sus viejos vínculos y sus ambiciones políticas, puede esperarse que éste tenga cierta influencia en la actual situación política del país”.

Quién es Philippe

Guy Philippe nació el 29 de febrero de 1968 en Pestèl, un pequeño pueblo pesquero del suroeste de Haití. Su padre, que fue alcalde de la localidad, se preocupó pronto por su educación matriculándolo con los padres paulinos, primero, en Jérémie, capital del departamento de Grand’Anse, y luego en uno de los más renombrados colegios del país, el San Luis Gonzaga, en Puerto Príncipe.

Entre finales de los ochenta y principios de los noventa Philippe vivió un tiempo en Miami. Luego estudió un año de medicina en Puebla, México; regresó a Haití para alistarse en las Fuerzas Armadas y finalmente se integró como cadete, a los 25 años, a la Escuela Superior de Policía Gral. Alberto Enríquez Gallo, en Quito, Ecuador, donde estudió entre septiembre de 1992 y agosto de 1995.

Años más tarde, el exlíder golpista confesó haber permitido a cárteles colombianos usar Haití para enviar droga a EEUU entre 1999 y 2003, cuando fue comisario de la ciudad de Cabo Haitiano, en operaciones por las que logró ingresos por 3,5 millones de dólares. También transfirió dinero entre Haití, Ecuador y EEUU, a cuentas suyas, de su esposa y a cuentas falsas más de medio millón de dólares y se compró una casa en Florida.

“Todos saben que está vinculado al narcotráfico y a las mafias, que tiene un pasado de acciones criminales como las ocurridas entre 2003 y 2004”, dijo Chalmers a DIARIO LAS AMÉRICAS, al recordar las acusaciones sobre violaciones a los derechos humanos cometidas supuestamente por Philippe y sus hombres en los años en que, en medio de una grave crisis, encabezó la rebelión armada que condujo a la caída de Aristide y a una nueva intervención extranjera.

Una crisis como la que ocurre ahora

Mientras los políticos resuelven el futuro del país fuera de él, las peligrosas pandillas han extendido su rango de acción y esta semana penetraron en uno de los barrios más exclusivos de la capital haitiana: Petion-Ville.

El saldo de esta nueva ofensiva, atribuida a la banda “Kraze Baryè”, de Vitelhomme Innocent, ha sido alrededor de dos decenas de cadáveres hallados en las calles de la comuna, el asesinato de varios residentes del lugar, secuestros, daños a la propiedad y el osado ataque a la sede del Banco de la República de Haití (Banco Central) que dejó cuatro atacantes muertos.

Durante la última semana, Estados Unidos envió marines para proteger la Embajada americana en Puerto Príncipe y decenas de estadounidenses dejaron Haití, al igual que cientos de extranjeros, entre civiles y personal diplomático.

En medio de esta caótica situación, cientos de personas también participaron en una marcha en la capital pidiendo que Philippe asuma la presidencia del país, y apoyando su “revolución”, ésa que predica desde que regresó a Haití y que un domingo de enero convirtió en mandato: “Ha llegado la hora de la desobediencia civil”.

Javier Valdivia (*)

Especial

El autor es periodista, vicepresidente regional por Haití de la Comisión de Libertad de Prensa e Información de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), columnista en el periódico Listín Diario de República Dominicana y colaborador de varios medios en América Latina y Estados Unidos. Actualmente radica en Miami.



Fuente : .Diario de la Américas
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