El ministro de Asuntos Exteriores de Polonia, Radoslaw Sikorski, anunció este miércoles el cierre del consulado de Gdansk, el último operativo de Rusia en el país. La drástica medida responde a un presunto sabotaje contra el sistema ferroviario que Varsovia atribuye directamente a los servicios de inteligencia del Kremlin.
Sikorski fue contundente al calificar los hechos recientes. Aseguró que Moscú no solo ignoró las advertencias previas sobre la necesidad de reducir su actividad hostil, sino que intensificó sus operaciones en suelo polaco, cruzando una línea roja en la seguridad nacional.
Una acusación grave: "Terrorismo de Estado"
El canciller explicó que el ataque tuvo lugar en la línea que conecta Varsovia con Lublin y podría haber derivado en una tragedia masiva. Según el funcionario, las acciones de los servicios extranjeros pusieron en riesgo real la vida de los pasajeros.
"Cuando la intención detrás del espionaje y el sabotaje es causar bajas humanas, ya estamos ante terrorismo de Estado", sentenció Sikorski en una rueda de prensa. Además, advirtió que el cierre de la sede diplomática vendrá acompañado de otras acciones "no solo diplomáticas" en los próximos días.
A pesar de la gravedad de la denuncia, el gobierno polaco aclaró que no hay intención de romper relaciones totales con Rusia. La Embajada en Varsovia continuará abierta, siguiendo la línea de otros países europeos como Alemania o República Checa que han sufrido incidentes similares sin cortar el vínculo definitivo.
La respuesta del Kremlin: represalias y críticas
Desde Moscú, la reacción no se hizo esperar. El gobierno de Vladimir Putin negó cualquier implicación en el sabotaje y anunció que replicará la medida, reduciendo su propia presencia diplomática en Polonia, según confirmó la portavoz María Zajarova.
El portavoz del Kremlin, Dimitri Peskov, lamentó la decisión polaca, calificándola de carente de toda "cordura". Para el funcionario ruso, este movimiento demuestra el grado de "degradación" al que han llegado las relaciones bilaterales por "deseo de las autoridades polacas".
Esta escalada diplomática se suma a una serie de tensiones en Europa del Este, donde la infraestructura crítica se ha vuelto un objetivo sensible en medio del conflicto geopolítico que envuelve a la región desde el inicio de la guerra en Ucrania.



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