La Fiscalía Federal de Rosario ha dado un nuevo golpe contra el narcomenudeo y la trata de personas con la detención de un hombre señalado como proveedor de drogas y vinculado a dos prostíbulos céntricos. El sospechoso, aprehendido en Alzugaray al 700 en barrio Roque Sáenz Peña, quedó a disposición de la fiscal federal Soledad García, que ya imputó a dos presuntas proxenetas el mes pasado. La investigación se centra en dos privados ubicados en el pasillo de San Martín al 1400 donde se denunció la explotación sexual de mujeres vulnerables desde temprana edad.
La Captura del Proveedor de Sustancias Ilegales
El detenido es Giuliano Javier G., de 35 años, capturado el martes por la tarde por la División Trata de Personas de la PDI en la casa de sus padres. Este hombre será imputado el viernes por la fiscal Soledad García, quien sigue la causa. La investigación actual lo vincula directamente a la trata sexual y la venta de drogas, ya que lo sindican como el proveedor de sustancias en los prostíbulos allanados. En el prontuario de Giuliano G. figura un antecedente de 2015, cuando fue detenido con medio kilo de marihuana y 35 gramos de cocaína tras una persecución policial en barrio Saladillo.
El Rol de los Prostíbulos y las Imputaciones Anteriores
La investigación federal se inició tras los allanamientos realizados el 22 de septiembre en dos privados de San Martín 1439 y 1431, donde se incautaron 330 gramos de marihuana destinados a la venta. En esa ocasión, fueron detenidas Verónica T., alias Jésica, y Marcela Noemí C., ambas señaladas como presuntas cómplices por maniobras de acogida y explotación sexual. La causa que avanza sobre estos centros céntricos de Rosario se basa en gravísimas denuncias que exponen el modus operandi de la red de trata.
El Dramático Testimonio de Explotación y Control
Los testimonios recolectados son el eje de la causa. Una mujer identificada como R. denunció haber sido captada en 2004, cuando solo tenía 12 años, y explotada hasta marzo de 2025, mes en que abandonó la ciudad. R. manifestó que en los años de "trabajo" debía aportar el cincuenta por ciento de lo abonado en los pases. Además, reveló un mecanismo de control extremo: "los proxenetas facilitaban droga para que las chicas “trabajaran mejor” y eran sometidas a filmaciones y grabaciones con micrófonos instalados. La víctima expuso que a las jóvenes se les negaba el permiso para salir, ya que "la casa nunca quedaba vacía, ya que el servicio se vende como que funciona las 24 horas, los siete días de la semana”, y en caso de incumplimiento, eran amenazadas con echarlas a la calle.
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