La industria de la inteligencia artificial ha cambiado para siempre desde el enorme furor de apenas dos años atrás. Ahora, las compañías han cambiado de estrategia y, según expertos, la situación está a punto de explotar.
Los últimos dos años han estado marcados por un enorme entusiasmo que ha llevado a los gigantes de Silicon Valley a realizar inversiones millonarias en IA. Esta tendencia podría dar un giro radical en los próximos meses.
De las expectativas iniciales a la desilusión
El auge de los agentes de IA llevó a soñar con un futuro casi distópico, donde se integrarían en prácticamente cualquier aspecto de la vida de los usuarios. Gigantes tecnológicos como OpenAI, detrás de ChatGPT, incluso sueñan con la llegada de la inteligencia artificial general.
Otras empresas pretenden aplicarla a todo tipo de procesos complejos, desde programas que interactúan con su entorno de forma autónoma, hasta modelos que son capaces de aprender o tomar decisiones sin la intervención humana.
Sin embargo, tras el furor inicial, las expectativas han chocado con la realidad. Los expertos en IA ya comienzan a hablar de lo que han denominado el “valle de la desilusión”, una fase mucho más prudente. La burbuja de la IA, a pesar de seguir creciendo, lo haría de una forma mucho más lenta. Las compañías se dedicarían a construir mejores infraestructuras y modelos que funcionen a escala basados en un uso real.
Una nueva etapa más madura
La inteligencia artificial ha seguido un ciclo natural del que se empezó a hablar hace tres décadas con el término Hype Cycle o ciclo de sobreexpectación. La representación gráfica conocida como la “curva de Gartner” explica la trayectoria de cualquier innovación.
La inteligencia artificial generativa ha superado la primera fase de furor, con un crecimiento exponencial que ahora empieza a estancarse. La nueva era a la que va a entrar es algo diferente, con un reajuste de previsiones, evaluación de proyectos que no han funcionado y nuevas oportunidades.
Las prioridades también cambian ahora que la IA empieza a consolidarse. El sector va a entrar en una etapa más práctica, donde las decisiones se empiezan a tomar en base a datos reales, beneficios mejor medibles y el impacto en su entorno. Las empresas, e incluso los usuarios, que utilizaron la IA en masa durante la primera fase, ahora empiezan a cuestionarse algunas cosas. Las personas se van a cuestionar más qué modelo elegir, cómo integrarlo y con qué finalidad, ya que ha dejado de ser una moda pasajera para convertirse en una herramienta del día a día.
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