Envalentonado por un significativo respaldo en las recientes elecciones, Daniel Noboa asume este sábado su segundo mandato presidencial en Ecuador, con dos retos apremiantes que definirán el éxito o fracaso de su administración. En primer lugar, la lucha contra la creciente irrupción del narcotráfico y el crimen organizado, que ha transformado al país en el más violento de la región. En segundo lugar, el impulso a la deprimida economía local, que opera bajo un esquema dolarizado.
La compleja realidad del país presagia un segundo período de gobierno difícil y bajo la presión de la influyente oposición correísta, que persiste en sus acusaciones de fraude y denuncia una fuerte persecución política.
Claves del segundo mandato de Daniel Noboa
Noboa, de 37 años y heredero de una de las mayores fortunas del país, ha gobernado los últimos 16 meses tras imponerse en las elecciones de finales de 2023, convocadas para sustituir al renunciante presidente Guillermo Lasso. En un balotaje realizado el 13 de abril, fue reelecto por un periodo adicional de cuatro años, gobernará hasta el 2029. El presidente superó con el 55,65% de los votos a la candidata izquierdista de la Revolución Ciudadana, Luisa González, delfina del expresidente exiliado Rafael Correa.
En este segundo mandato, el presidente deberá concentrarse en dos prioridades absolutas. “El principal desafío es combatir la inseguridad. En el primer cuatrimestre del año se batió otro récord de violencia criminal con más de 3000 asesinatos violentos. Es una situación muy grave”, explicó a TN el periodista Orlando Pérez, exdirector del diario estatal El Telégrafo. En los últimos años, Ecuador ha sido flagelado por la irrupción de bandas criminales que se disputan el control de las rutas del narcotráfico y mantienen maniatada a la población mediante extorsiones y amenazas.
El país registra una tasa de 38 asesinatos por cada 100.000 habitantes, según la fundación Insight Crime, dedicada a la investigación sobre
El correísmo atribuye este flagelo a los gobiernos neoliberales que sucedieron a Correa desde 2017. Desde el gobierno, se argumenta que la salida de Correa provocó la ruptura de “acuerdos” con distintas bandas narco que respondieron con una violencia desatada. Noboa ha declarado el estado de “conflicto armado interno” y de excepción en varias provincias, especialmente en el corredor costero con epicentro en Guayaquil y en la vecina ciudad de Durán, la más violenta del país. Además, ha solicitado apoyo a Donald Trump para luchar contra el narcotráfico mediante una cooperación militar que podría facilitar el retorno de bases estadounidenses al país, expulsadas durante la administración correísta.
En este escenario, Noboa ha presentado al Parlamento una ley para combatir la economía criminal. Sin embargo, la oposición correísta advierte que la normativa autoriza allanamientos e investigaciones sin una orden judicial previa.
La economía, otro punto débil
En este contexto de violencia extrema, el país atraviesa una crisis económica que pone en jaque la estabilidad social.
“El desempleo y el subempleo han crecido notablemente. Hoy el subempleo está por encima del 56%. La economía informal ha crecido mucho”, señaló Pérez.
Los datos oficiales no son alentadores. La economía ecuatoriana experimentó un decrecimiento durante tres trimestres consecutivos el año pasado, según un informe del Banco Central. Estos datos marcaron el inicio de una recesión. Específicamente, en 2024, el PIB cayó un 2%. Esta contracción fue impulsada por una severa crisis de liquidez, la caída del consumo, la inversión y el gasto público. Además, una grave emergencia energética causada por la sequía
“La situación económica no mejora. El país no levanta cabeza. No hay inversión extranjera, no hay seguridad jurídica. Además, existe
Noboa necesita más que nunca gobernabilidad para sellar su acercamiento a la Casa Blanca
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