Las crecientes inclemencias climáticas modifican la manera de proyectar edificios y las técnicas y materiales utilizados
Los intensos episodios meteorológicos recientes están obligando a las empresas constructoras a adaptarse a nuevas realidades climáticas. Las tormentas, lluvias fuertes, granizo y vientos huracanados que azotan la región modifican la forma en que se proyectan los edificios, los materiales que se utilizan y las técnicas empleadas para garantizar la resistencia de las estructuras frente a condiciones extremas. ¿Cómo se realiza esta adaptación?
La intensificación de fenómenos meteorológicos extremos ejerce una presión considerable sobre la integridad estructural y el rendimiento de los materiales utilizados en la construcción. Esto puede derivar en daños prematuros, reducción de la vida útil de los componentes, filtraciones y problemas de aislamiento térmico y acústico, además de mayores costos de mantenimiento.
Esta situación ha generado un cambio en la forma en que las empresas abordan el diseño y planificación de las obras. "Ahora, desde la fase conceptual y en todas las etapas posteriores, incorporamos elementos específicos para garantizar una mayor resiliencia frente al clima extremo. Esto incluye análisis detallados mediante simulaciones computacionales que permiten evaluar anticipadamente la resistencia y durabilidad de las estructuras frente a diversos escenarios climáticos", comentó Nicolás Ruggiero, titular de Edilizia.
Uso de IA
Edilizia es una de las constructoras que ha apostado fuertemente por la tecnología, especialmente en la fase de elaboración del proyecto. Utilizan inteligencia artificial (IA) y herramientas BIM (Building Information Modeling) para diseñar edificaciones más resistentes a los fenómenos climáticos extremos.
"Realizamos simulaciones avanzadas de posibles daños causados por eventos meteorológicos intensos. Esto permite anticipar situaciones críticas, evaluar alternativas constructivas en tiempo real y optimizar la toma de decisiones. La IA también facilita la planificación más precisa, reduce el margen de error en el proceso constructivo y optimiza recursos materiales y financieros", explicó Ruggiero.
Entre las medidas adoptadas, se encuentran el uso de materiales con mayor resistencia mecánica y térmica, mejoras en el diseño de impermeabilizaciones, sistemas de drenaje más eficientes y la inclusión de elementos arquitectónicos, como parasoles, que protegen contra el granizo y las lluvias intensas. Además, se implementan cerramientos reforzados para mejorar la seguridad ante fenómenos climáticos extremos.
Edificios modelo
Las nuevas construcciones ahora cuentan con una arquitectura diseñada específicamente para la resiliencia climática. Uno de los ejemplos más destacados es el edificio Sendo57, ubicado en el barrio de Pichincha. Este edificio cuenta con amplios parasoles que actúan como barrera frente al sol y el granizo, al mismo tiempo que mejoran la eficiencia energética mediante la reducción de cargas térmicas.
Otro ejemplo es el de las nuevas oficinas de Droguería Rosfar, que se distinguen por sus cerramientos especialmente diseñados con materiales resistentes, garantizando seguridad frente a intentos de intrusión y condiciones meteorológicas extremas.
La ampliación del Sanatorio Parque del Grupo Oroño también destaca, pues la implementación de tecnologías BIM e IA permitió proyectar sistemas constructivos que responden eficazmente ante fenómenos meteorológicos extremos, asegurando la operatividad de áreas críticas del sanatorio.
Lo que no
Sin embargo, no solo se trata de innovación, sino también de la eliminación de materiales y estructuras vulnerables a fenómenos meteorológicos intensos. Las cubiertas ligeras de policarbonato, que no resisten el viento, y revestimientos superficiales de baja resistencia como las tejas frágiles han sido reemplazados por alternativas más robustas. Además, se han abandonado los cerramientos de vidrios simples, optando por vidrios laminados o dobles.
Mitigar o anticipar
El docente e investigador Jorge Vázquez, de la Facultad de Arquitectura de la Universidad Nacional de Rosario (UNR), sostiene que la solución no es solo individual, sino que es un problema urbano complejo. Las condiciones del terreno y la densidad urbana juegan un papel crucial en la planificación de edificios. "Cuando se proyecta una intervención urbana, se debe pensar qué va a ocurrir mucho más allá de una generación", advirtió Vázquez.
Estrategias
Normativas y regulaciones son clave para mitigar los impactos. La ordenanza de aspectos hidrotérmicos de las construcciones establece condiciones de resistencia térmica y controles para reducir el consumo de energía, enfocados más en la refrigeración que en la calefacción. Además, se han modificado los componentes de desagüe pluvial tras estudios que revelaron la modificación en los patrones de lluvia.
La importancia del verde
Según Vázquez, una de las mejores prácticas para contrarrestar los efectos de las tormentas es buscar la naturación de los espacios urbanos, creando cubiertas y fachadas verdes y transformando espacios vacíos en plazoletas o plazas de bolsillo. La presencia de árboles urbanos también ayuda a mitigar las lluvias al retener el agua.
"Es fundamental cuidar los árboles y mantener superficies absorbentes como los adoquines, que retardan el escurrimiento del agua", concluyó el experto.
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