La violencia en Rosario ha alcanzado un nuevo pico con el asesinato de Andrés “Pillín” Bracamonte, histórico jefe de la barrabrava de Rosario Central, cuyo cuerpo ha quedado en una especie de limbo debido a la negativa de varios cementerios a recibir sus restos. Con acusaciones de complicidad policial y rivalidades entre bandas criminales de fondo, el crimen de Bracamonte expone el tejido de violencia e impunidad que domina la ciudad.
El crimen, ocurrido el sábado tras el partido entre Rosario Central y San Lorenzo, ha generado una serie de dificultades para el entierro del líder de la barra. Desde las primeras gestiones, las funerarias y cementerios de la ciudad se han negado a participar en el velorio, alegando preocupaciones por la seguridad. Ante esta situación, la familia de Bracamonte solicitó la cremación del cuerpo, pero la Justicia rechazó esta posibilidad para resguardar la opción de una futura exhumación en el marco de la investigación.
Conflictos y Amenazas Previas al Crimen
A pocas semanas del asesinato, en una entrevista reciente, el propio Bracamonte había advertido sobre la gravedad de la situación en Rosario y su posible desenlace violento. “Si me matan la ciudad se incendia. Los Menores se quieren quedar con parte de la ciudad”, expresó. Conocido por su influencia y sus conflictos con “Los Menores”, una banda emergente de Rosario, Bracamonte había escapado a varios intentos de asesinato previos, incluido un ataque en el parque Alem que casi le cuesta la vida en agosto pasado.
Los conflictos de Bracamonte se remontan a viejas disputas con los “Los Monos” y otras facciones de la hinchada, quienes, según las autoridades, han estado en guerra por el control de ciertos sectores del negocio ilícito en la ciudad. “La ciudad quedó llena de sangre porque son todos unos descerebrados. Todos se creen Pablo Escobar”, manifestó Bracamonte en una de sus últimas declaraciones públicas, denunciando el clima de violencia que, según él, no tenía frenos ni códigos.
Demoras en el Sepelio y la Investigación
La situación para la familia de Bracamonte ha sido compleja. Al no poder realizar la cremación, las autoridades de Rosario intentaron gestionar su entierro en el cementerio de El Salvador, pero la solicitud también fue rechazada, en parte debido a las cuestiones de seguridad en torno al caso. Actualmente, las gestiones se dirigen hacia el pueblo de Ibarlucea, ubicado a 15 kilómetros de Rosario y donde Bracamonte residía, aunque hasta el momento la situación permanece en suspenso.
Una Muerte y Múltiples Hipótesis
Las autoridades han abierto una investigación que apunta al crimen de Bracamonte como resultado de un ajuste de cuentas entre facciones de bandas narcotraficantes locales, como “Los Monos” y “Los Menores”, según señaló el fiscal del caso, Adrián Ferlazzo. Una particularidad del doble crimen de Bracamonte y Daniel “Rana” Atardo, otro implicado en la red de barras, es que al momento del ataque hubo un apagón en la zona, lo que facilitó la fuga de los perpetradores.
“La ciudad de Rosario está inmersa en una compleja red de disputas que exceden a los clubes y se extienden a negocios ilícitos”, aseguró el fiscal Ferlazzo, indicando que el caso de Bracamonte y sus constantes enfrentamientos ilustran las complejidades del crimen organizado en Rosario y los desafíos para quienes intentan neutralizarlo.
La muerte de Andrés “Pillín” Bracamonte ha sacudido no solo a Rosario Central, sino a toda la ciudad, que asiste una vez más al despliegue de una tragedia cargada de violencia e impunidad.