El acceso al agua potable, un derecho esencial, se volvió realidad para más de 40 familias del pasillo Schmidl al 4200, en el barrio Villa Manuelita, Rosario. Esta mejora fue posible gracias a la colaboración entre el Distrito Sur, la Asociación Civil El Rinconcito de Ciro y el Programa Barrios del Centro de Ingeniería Sanitaria (CIS) de la UNR, en la que también participaron estudiantes de la UNR y la UTN.
Fernanda, presidenta de la Asociación El Rinconcito de Ciro, relató cómo comenzó esta iniciativa: “Con mi primo hicimos el trámite en el Distrito Sur, vinieron a ver con Aguas Santafesinas. Nos habían avisado que la obra iba a estar el año que viene, pero justo se suspendió otra y a principios de octubre nos dijeron que la hacían ahora”.
Antes de la obra, las conexiones de agua eran irregulares, provocando pérdidas constantes. Patricia, otra vecina, recordó: "Estaban todos atados con alambre, algo mal hecho. En esta época que empieza el calor no teníamos agua". Con el proyecto aprobado, los vecinos se organizaron para ejecutar las tareas. Mediante un grupo de WhatsApp, reunieron fondos para alquilar herramientas y coordinaron el trabajo. Cada familia aportó su esfuerzo, excavando zanjas y colocando cañerías.
El soporte técnico estuvo a cargo de Aguas Santafesinas, el Distrito Sur y docentes del CIS. Fernanda destacó: "Ellos miraron todo y nos dijeron que traían los materiales, que iban a usar los caños conectados con rosca, por lo que no íbamos a tener más pérdidas".
Participación estudiantil y el impacto social
La intervención de más de 20 estudiantes de Ingeniería Civil se concretó en el marco del Congreso Nacional de Ingeniería Civil (Coneic). Milena, una de las participantes, explicó: "Es así como nosotros llegamos al barrio. Se llevaron a cabo charlas, talleres, visitas de obra y actividades solidarias". Esteban, otro estudiante, agregó: "La actividad solidaria consistió en buscar problemáticas que podíamos resolver siendo estudiantes. Así llegamos a esta obra de saneamiento".
Los futuros ingenieros trabajaron en conjunto con los vecinos, conectando las instalaciones domiciliarias y asegurándose de que no hubiera pérdidas. Además, interactuaron directamente con la comunidad para entender sus necesidades específicas. "Con abrazaderas y algunas herramientas simples, logramos conectar cada casa a la red", explicó Esteban.
Un cambio en la calidad de vida
Para los habitantes, el acceso al agua potable representa un cambio radical. Patricia expresó: "Ahora puedo lavar la ropa, limpiar los alimentos y bañarme durante el día". Por su parte, Fernanda resaltó: "Hoy mi nena se levanta sin tener que llevar la botellita para lavarse los dientes. Antes juntábamos agua la noche anterior, pero ahora abrimos la canilla y tenemos agua".
El proyecto no solo brindó agua potable, sino que también fomentó la integración entre la comunidad, las instituciones educativas y las autoridades. Como concluyó Esteban: "Todos nos pudimos poner de acuerdo y resolver una necesidad tan simple, como tener agua segura y de calidad".