La defensa de Alberto Fernández, en la denuncia por violencia de género presentada por la ex primera dama Fabiola Yañez, sigue basando su estrategia en culpar a la víctima, un patrón común en este tipo de casos.
Desde el comienzo, el ex presidente, quien fuera compañero de fórmula de Cristina Fernández de Kirchner, ha centrado su defensa en el consumo de alcohol de Yañez, utilizándolo como una excusa, atenuante o incluso como la causa de los incidentes. Una columna escrita por Horacio Verbitsky en el portal El Cohete a la Luna, publicada el 1 de septiembre, resaltaba esta narrativa al señalar el supuesto alcoholismo de la ex primera dama.
En el artículo, una testigo describió cómo Yañez fue encontrada en repetidas ocasiones "tirada en el piso" tras noches de excesos, y mencionó que ella "ocultaba el alcohol en la residencia para que Fernández no se enterara". La testigo, llamada Teresa, agregó: "le salían los golpes luego de las caídas que sufría por la ingesta de alcohol", insinuando que los moretones y lesiones de Yañez no eran producto de violencia por parte de Fernández, sino de las caídas provocadas por su supuesto consumo excesivo.
Además, el artículo de Verbitsky hacía referencia a fichas médicas del Instituto de Neurología Cognitiva (INECO), fundado por el neurólogo Facundo Manes, donde se mencionaban diagnósticos de "trastorno de personalidad, bipolaridad y adicción al alcohol" de Yañez.
Ya en una columna previa, publicada el 11 de agosto, Verbitsky afirmaba: "Estoy en condiciones de asegurar fehacientemente que nunca A.F. agredió físicamente a Fabiola. Ella arrastra una compleja situación psíquica, a lo que se unió su adicción alcohólica".
En un nuevo intento por reforzar esta narrativa, la defensa de Alberto Fernández presentó recientemente imágenes de Fabiola Yañez consumiendo alcohol, sosteniendo que esta supuesta adicción habría afectado su estado emocional y comportamental, reforzando así la idea de que los incidentes no fueron producto de violencia, sino de sus problemas personales.
Esta línea de defensa, que busca desviar la atención hacia la salud mental y el comportamiento de la ex primera dama, ha generado controversia y críticas, ya que se percibe como un intento de responsabilizar a la víctima en lugar de abordar de frente las denuncias por violencia de género.
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