Las vacunas contra el Covid-19 evitaron aproximadamente 14,4 millones de muertes en todo el mundo durante la pandemia. Sin embargo, recientemente han surgido denuncias por lesiones cardíacas presuntamente causadas por la inoculación y reclamos judiciales contra el laboratorio AstraZeneca vinculados a la inmunización con AZD1222.
Un nuevo estudio de la Universidad de Medicina de Viena (UniMed), publicado en la revista “Allergy”, ha descubierto que las infecciones por coronavirus pueden debilitar el sistema inmunológico de manera prolongada. Este hallazgo proporciona una base importante para futuros estudios sobre el Covid persistente, conocido como ‘long Covid’.
El deterioro en la función de la médula ósea, principal centro de producción de células inmunitarias, podría significar que el sistema inmunológico de los pacientes recuperados no responda adecuadamente tras la infección. El estudio, iniciado antes de la disponibilidad de las vacunas, permite entender el impacto del virus en un sistema inmunológico no influenciado por la vacunación.
Los cuestionamientos sobre las vacunas, especialmente la de AstraZeneca, y sus posibles efectos secundarios no se relacionan directamente con estos hallazgos. Un análisis de datos del Ministerio de Salud de la Nación realizado por expertos de diversas universidades argentinas evidenció una reducción de 16 a 18 veces en las tasas de mortalidad por Covid-19 durante 2022 en niños y adolescentes vacunados con al menos dos dosis, en comparación con los no vacunados, según un estudio publicado en la revista Vaccine.
Importancia de la Vacunación Continua
Angela Gentile, presidenta de la Comisión Nacional de Inmunizaciones (CoNaIn), afirmó que “estos resultados demuestran que la vacunación pediátrica cumple un rol fundamental en la lucha contra el Covid-19 y, una vez más, la importancia de las vacunas para salvar vidas”. No obstante, el estudio no mostró una reducción similar en el grupo de infantes de 0 a 2 años, lo que podría explicarse por el acceso tardío a la vacunación y la menor cobertura en este grupo.
Argentina fue pionera en la vacunación pediátrica contra el Covid-19. La aplicación a adolescentes de 12 años o más comenzó en agosto de 2021, y en octubre se extendió a niños de tres años o más. La vacunación de bebés de 6 meses a 2 años inició en octubre de 2022.
Dos años después, se sigue insistiendo en la importancia de la aplicación anual de la vacuna. “No podemos bajar la guardia. Es fundamental que tanto niños como adultos continúen recibiendo las dosis cada seis meses o un año, según recomienden las autoridades sanitarias”, enfatizó Gentile. El Ministerio de Salud recomienda un esquema primario y al menos un refuerzo para todas las personas a partir de los 6 meses de edad, con la frecuencia de los refuerzos variando según el nivel de riesgo.
Controversias y Efectos Secundarios
A finales de diciembre de 2020, las vacunas contra el Covid-19 dieron un vuelco a la pandemia y abrieron el camino hacia la normalidad. Sin embargo, en mayo de 2023, una resonante demanda en el Reino Unido contra AstraZeneca, realizada por 51 personas, adujo que el síndrome de trombosis con trombocitopenia (TTS) “no es causado por la vacuna a nivel genérico”, aunque reconoció que en casos extremadamente raros, la inmunización con la vacuna AZD1222 puede desencadenar este síndrome.
Simultáneamente, más de 13.000 personas presentaron reclamos a un fondo gubernamental que indemniza lesiones causadas por la vacuna contra Covid-19. Hasta ahora, solo una decena ha sido indemnizada, casi todas por problemas cardíacos.
Un relevamiento de The New York Times calculó que más de 270 millones de estadounidenses recibieron alrededor de 677 millones de dosis de vacunas contra Covid-19. Incluso los efectos secundarios más raros —que se producen en solo el 0,001% de los pacientes— podrían significar que miles de receptores se hayan visto afectados.
Consecuencias a Largo Plazo del Covid-19
La Universidad de Medicina de Viena descubrió que algunas consecuencias a largo plazo del Covid-19 podrían estar relacionadas con el daño al sistema inmunitario celular causado por el virus. El estudio, iniciado en 2020, analizó parámetros inmunitarios en dos grupos: 133 personas que se habían recuperado de la enfermedad y 98 que no la habían contraído.
Se evaluaron el número y la composición de varias células inmunitarias, así como los factores de crecimiento en la sangre, cruciales para la regulación del crecimiento celular, en los pacientes recuperados a las diez semanas y diez meses de haber superado el virus. Estas consecuencias radican en la “aparentemente reducida maduración y/o emigración de células inmunitarias de la médula ósea”, según el catedrático Winfried Pickl, director del equipo investigador.
“Incluso después de cursos leves de la enfermedad, encontramos una reducción significativa de las células inmunitarias en la sangre”, subrayó el especialista en inmunología. Afirmó que “diez semanas después de la infección, los pacientes recuperados mostraban claros signos de activación inmunitaria tanto en las células T como en las B (los glóbulos blancos), en contraste con los sujetos de prueba sanos”.
Hasta una enfermedad leve puede provocar una disminución notable en la cantidad de células inmunitarias en la sangre, advirtió Pickl.