La Comisión Europea ha aceptado la solicitud de AstraZeneca para detener la comercialización de su vacuna contra el COVID-19 en los países miembros, a partir de este martes. La medida surge tras la admisión por parte de la compañía farmacéutica de posibles efectos colaterales extraños asociados con la vacuna, en medio de una demanda colectiva que alega muertes y lesiones graves en algunos pacientes.
AstraZeneca había solicitado el retiro de la autorización para la venta de su vacuna, denominada "Vaxzevria", argumentando que el excedente de otras vacunas disponibles había reducido la demanda de la suya. Aunque la empresa expresó su orgullo por el papel desempeñado por la vacuna en la lucha contra la pandemia, la retirada coincide con su reconocimiento de posibles efectos secundarios, incluida la trombosis.
La compañía está siendo demandada en un reclamo colectivo por supuestas muertes y lesiones graves causadas por la vacuna. Aunque AstraZeneca ha impugnado estas afirmaciones, reconoció en un documento legal presentado ante un tribunal británico la posibilidad de que la vacuna pueda causar síndrome de trombosis con trombocitopenia (TTS), una condición que provoca coágulos de sangre y un recuento bajo de plaquetas en sangre.
Los abogados de los demandantes argumentan que TTS es un subconjunto de una nueva enfermedad llamada trombocitopenia y trombosis inmunitarias inducidas por vacunas (VITT), aunque AstraZeneca no parece reconocer el término. La empresa ahora deberá revelar los casos de trombosis relacionados con la vacuna ocurridos en un período específico.