Hace unos días, el diario británico *The Telegraph* informó sobre un informe evaluado por el Comité de Auditoría Ambiental de la Cámara de los Comunes de Gran Bretaña, relacionado con las actividades de una agencia rusa en la Antártida. Según el informe, la agencia rusa Rosgeo, utilizando el buque Alexander Karpinsky, descubrió una significativa reserva de petróleo en el Mar de Weddell, cerca de la Península Antártica. Esta reserva se estima en 511 mil millones de barriles de petróleo, 30 veces más que las reservas de Vaca Muerta.
Reacciones
La reacción del Gobierno argentino, encabezado por Javier Milei, ha sido sorprendentemente silenciosa, generando preocupación. El hallazgo se produjo en la Antártida Argentina, una región reclamada por Gran Bretaña desde la Guerra de Malvinas.
La prensa argentina también ha reaccionado de manera sorprendente, presentando la noticia como un hallazgo en la Antártida Británica y omitiendo que la zona en cuestión corresponde a la República Argentina. Además, los medios han centrado su preocupación en la presencia rusa, ignorando la reivindicación británica del descubrimiento.
Análisis
Es notable cómo los medios nacionales han abordado el tema desde la perspectiva británica. La presencia de un barco ruso en aguas antárticas debería ser una preocupación menor para Argentina, considerando la lejanía geográfica y la relación estratégica integral existente con Rusia. En cambio, la verdadera preocupación debería ser la pretensión británica de adjudicarse el descubrimiento y el hecho de que esto se discutió en la Cámara Baja del Parlamento Británico.
Argentina tiene una larga historia en la Antártida, con una presencia ininterrumpida de 120 años y reclamos oficiales que datan de antes del Tratado Antártico y la Guerra de Malvinas. La actividad rusa en la zona no representa una amenaza directa para los intereses nacionales argentinos, especialmente considerando la cooperación en diversos ámbitos y el apoyo de Rusia en foros internacionales respecto al litigio de las Malvinas.
La prensa local debería enfocarse en la amenaza británica. Gran Bretaña ha usurpado las Islas Malvinas desde 1833 y mantiene una base militar en el Atlántico Sur, afectando los recursos y la soberanía argentina en la región. La reciente actividad en la Cámara de los Comunes es un claro indicio de sus intenciones.
Recomendaciones
Es crucial que el Gobierno argentino actúe con rapidez y seriedad. El presidente Milei y la canciller Mondino deben reconocer que representan a toda la nación y que la causa de las Malvinas es de interés nacional, abarcando la plataforma continental, el Mar Argentino, el Atlántico Sur, las Islas Malvinas y la Antártida Argentina.
El alineamiento automático con Estados Unidos no sirve al interés nacional, ya que históricamente, en situaciones de conflicto con Gran Bretaña, Estados Unidos no ha intervenido a favor de Argentina. Es momento de una diplomacia activa que defienda los intereses estratégicos de Argentina en la Antártida y en el Atlántico Sur.
La región antártica es de vital importancia para Argentina, no solo por sus recursos sino por su posición estratégica. La falta de conciencia y educación sobre la importancia de esta región pone en riesgo los intereses nacionales frente a potencias extranjeras. El futuro estará marcado por conflictos debido a la escasez de recursos, y Argentina debe estar preparada para defender su soberanía y sus recursos estratégicos.
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*Santiago Rojas es Licenciado en Relaciones Internacionales, Director del Observatorio Internacional de la Fundación Igualar, Miembro del Centro de Investigaciones en Política y Economía Internacional (CIPEI) de la Universidad Nacional de Rosario, y Miembro del Departamento de Asuntos Estratégicos del Instituto de Formación y Escuela de Gobierno Juan Domingo Perón.*
