El debate sobre el uso de la tecnología en el ámbito educativo encontró un camino claro en una escuela de Santa Fe. El Centro Educativo Jerárquicos implementó una contundente medida en 2023 para resolver esta polémica: los celulares, ¡afuera! A casi dos años de su aplicación, la institución realizó una valoración de la medida y los resultados revelan cambios significativos en el comportamiento y rendimiento de los estudiantes.
La Medida: Desconexión y Enfoque en el Aprendizaje
El proyecto consiste en que los estudiantes de 1° a 5° año de secundaria dejen sus teléfonos celulares en casilleros bajo llave al ingresar a la institución, y solo los recuperen al finalizar la jornada. El objetivo es desconectar a los estudiantes de las pantallas para conectarlos con las clases, los docentes y sus propios compañeros. Durante los recreos, los jóvenes interactúan, juegan y disfrutan del esparcimiento sin la distracción de sus dispositivos.
El director de la institución, Jorge Saccone, en diálogo con LT8, explicó que la decisión se tomó luego de detectar que los celulares eran un "caldo de cultivo para la distracción". Aunque son una generación de alumnos tecnologizados, Saccone subrayó que "la escuela necesita momentos de desconexión para darle lugar al trabajo intelectual. Estamos en un lugar de trabajo: los docentes dando clases y los estudiantes aprendiendo". La medida, que solo permite el uso del celular con fines pedagógicos y bajo la supervisión de un profesor, busca un uso "más significativo" de la tecnología.
Opiniones Dispares: Alumnos, Docentes y Familias
Para evaluar el impacto de la medida, la escuela realizó una encuesta a estudiantes, profesores y sus familias. Aunque la medida se dio a conocer en los últimos días, los resultados son contundentes:
Alumnos: De los 121 estudiantes encuestados, solo el 26,4% manifestó estar de acuerdo con la medida desde su inicio. El 73,5% estuvo en desacuerdo, argumentando que el celular es una "herramienta valiosa para el aprendizaje" y su restricción "dificulta la realización de tareas". Algunos incluso consideraron la restricción como una "intromisión" a su "propiedad privada" y manifestaron la "falta de contacto con el exterior" durante las 8 horas de cursado.
A pesar de la inicial falta de aceptación, casi el 72% de los estudiantes encuestados reconoció los beneficios. Afirmaron haber mejorado su concentración y rendimiento escolar, y que la relación con sus compañeros creció. Un 21,1% aseguró haber descubierto “nuevas formas de entretenimiento”, como jugar a las cartas, mientras que un 31,5% se sumó a actividades de socialización o deportivas. El director Saccone contradijo la postura de aquellos que no ven una relación entre el celular y su desempeño, al señalar que hubo una "mejora académica, sobre todo en alumnos que tenían problemas de atención".
Docentes: El 95% de los profesores de la escuela secundaria estuvo de acuerdo con la medida. Para ellos, fue un cambio positivo en sus clases, con un 41,9% que aseguró observar una mayor atención por parte de los estudiantes y un 25,6% que destacó un cambio positivo en las actitudes de los cursos.
El cuerpo docente subrayó que el uso excesivo de celulares "impactaba negativamente en la atención de los alumnos, interrumpía las clases e incrementaba el tiempo dedicado a actividades no académicas".
Familias: El 88,3% de las familias encuestadas se mostró a favor de la restricción. Consideraron que, si bien el celular es una herramienta para la comunicación y el aprendizaje, la escuela tiene un rol en el "fomento de la autorregulación". Un cuarto de las familias notó un mejor comportamiento de los alumnos en su vida cotidiana fuera de la institución.
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