La situación en Oriente Medio ha alcanzado un nuevo nivel de gravedad tras los intensos ataques perpetrados por Israel contra objetivos clave en Teherán, incluyendo una fábrica de uranio y diversas sedes militares. El ministro de Defensa israelí, Israel Katz, confirmó la destrucción de la "sede de Seguridad interior" de Irán, prometiendo continuar los ataques contra "símbolos del régimen iraní". Estos bombardeos, que según el ejército israelí involucraron a 50 aviones y fueron planificados desde diciembre de 2024, buscan, según Israel, neutralizar la amenaza nuclear que perciben.
La respuesta iraní no se hizo esperar. Fuentes de Irán reportaron el bombardeo de un centro de operaciones del Mosad y de instalaciones de inteligencia militar en Tel Aviv, además de asegurar el lanzamiento de misiles hipersónicos contra Israel. El líder supremo iraní, Ali Jamenei, declaró que "no habrá clemencia" con Israel y advirtió a Estados Unidos de "daños irreparables" si intervienen militarmente, un mensaje directo a la ambigua postura de Donald Trump. Jamenei, quien se encuentra cada vez más aislado y resguardado en un búnker, rechazó la "rendición incondicional" exigida por Trump.
La alarma internacional se ha encendido. El presidente ruso, Vladímir Putin, reiteró su disposición a mediar en el conflicto, señalando que "se podría encontrar una solución" diplomática que permita a Teherán un programa nuclear pacífico y, al mismo tiempo, responda a las preocupaciones de seguridad de Israel. Por su parte, la ONU ha instado a frenar las intervenciones militares. El Secretario General, Antonio Guterres, advirtió que "cualquier intervención militar adicional podría tener enormes consecuencias, no solo para las partes implicadas, sino para toda la región y para la paz y la seguridad internacionales en general". El Consejo de Seguridad de la ONU celebrará una reunión de emergencia este viernes, solicitada por Irán y apoyada por Rusia, China, Pakistán y Argelia, para abordar la situación y la participación de Estados Unidos.
La postura de Estados Unidos es un factor determinante en esta escalada. Donald Trump ha mantenido en el aire una posible intervención militar directa, declarando: "Puede que lo haga, puede que no. Es decir, nadie sabe qué voy a hacer". El presidente agradeció el "respaldo" de EE.UU. a Israel, un gesto que el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, valoró como "apoyo para defender los cielos de Israel". Mientras tanto, Estados Unidos ha iniciado la evacuación parcial de su personal diplomático en Israel y prepara vuelos para sus ciudadanos que deseen abandonar el país.
En Tel Aviv, la vida cotidiana ha sufrido una drástica alteración. Nelson Castro, periodista de TN, reportó desde la ciudad que, a pesar de los bombardeos, muchos residentes optan por no abandonar sus hogares, sumiendo a la antes vibrante Tel Aviv en un inusual silencio. No obstante, el Comando del Frente Interior israelí relajó las medidas de seguridad este miércoles, permitiendo la reapertura de centros de trabajo con búnkeres y la celebración de reuniones de hasta 30 personas en zonas seguras.
Los costos humanos de este conflicto son cada vez más patentes. La ONG Human Rights Activists informó de al menos 585 muertes y 1326 heridos en Irán desde el inicio de los enfrentamientos, aunque las cifras oficiales iraníes son menores. La repatriación de ciudadanos israelíes varados en el extranjero también ha comenzado, con miles de personas esperando regresar al país tras el cierre del espacio aéreo. La incertidumbre sobre el futuro del conflicto persiste, con un aumento en los precios del petróleo a nivel global y la expectativa sobre las próximas decisiones de las potencias involucradas.
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