Infancia en riesgo: más de la mitad de los chicos y adolescentes vive en la pobreza

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La cara más cruel de la pobreza golpea con fuerza a la niñez argentina: más de la mitad de los chicos y adolescentes está sumida en la pobreza monetaria. Así lo revelan los datos correspondientes al segundo semestre del 2024, difundidos por el INDEC, que indican que “el 52,7% de los niños, niñas y adolescentes se encontraban en situación de pobreza monetaria”, es decir, aquella que se mide de acuerdo a los ingresos de sus hogares.

La pobreza infantil se instaló de forma estructural en diciembre de 2016 y desde entonces se ha mantenido sistemáticamente por encima del promedio general. Esta situación “pone en evidencia que la infancia enfrenta condiciones estructurales de vulnerabilidad que no se corrigen con el tiempo”, según advierte el Instituto de Desarrollo Económico y Social Argentino (IDESA), dirigido por el economista Jorge Colina.

Pero las privaciones que atraviesan los hogares de los más jóvenes van mucho más allá del dinero. En una de cada cuatro casas donde habitan niños pobres, ningún integrante ha terminado la educación obligatoria, lo que limita seriamente las chances de acceder a empleos de calidad.

La desigualdad también se manifiesta en el acceso a la universidad: solo el 22% de los jóvenes de ingresos bajos accede a estudios superiores, frente al 33% de los jóvenes de sectores con mayores recursos.

La Encuesta Permanente de Hogares (EPH) del último trimestre del 2024 respalda este diagnóstico. En el tramo etario de 14 a 29 años, la tasa de desocupación fue del 13,1%, mientras que en adultos de entre 30 y 64 años bajó al 4,5%. Los jóvenes, en definitiva, triplican el desempleo de los adultos.

Además, el 45,1% de los jóvenes ocupados es asalariado informal. Si se suman los trabajadores no profesionales que se desempeñan por cuenta propia, el nivel de informalidad en ese grupo asciende al 62,4%, contra un 40,4% entre los adultos.

La precariedad también afecta el acceso a servicios esenciales. La mitad de los hogares con niños pobres no tiene acceso a gas por red, y el 14% carece de conexión a agua corriente. A esto se suma que más del 42% de estos hogares depende de ayudas sociales como parte de sus ingresos mensuales, lo que revela una alta vulnerabilidad y dependencia del Estado.

Un informe de la UCA con datos de 2023, titulado “Trazando el Camino: Privaciones Estructurales, Avances y Desafíos en los Derechos de la Infancia y Adolescencia. Argentina 2010-2023”, señala que “casi un tercio de los chicos y adolescentes en el país no pueden acceder a alimentos nutritivos y variados por limitaciones económicas.”

En el área de la salud, el 55,8% de la población infantil y adolescente no cuenta con obra social, mutual ni prepaga, por lo que depende exclusivamente del sistema público. El 39,5% no vive en un hábitat digno, con deficiencias en servicios básicos como agua potable, cloacas o sistema de descarga en inodoros.

La brecha digital también profundiza la exclusión: “dentro de los que tienen entre 5 y 17 años, el 17,8% no accede a Internet, el 24,4% no lo usa, el 51,1% no tiene celular y el 54,7% vive en hogares sin computadora.”

La combinación de pobreza de ingresos, déficit de servicios básicos, precariedad laboral y bajo nivel educativo conforma un escenario de vulnerabilidad multidimensional que condiciona gravemente las oportunidades de desarrollo de millones de niños y niñas en la Argentina actual.

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