En una serie de hechos que reflejan distintos tipos de criminalidad en Rosario y Córdoba
Un ladrón fue detenido a tan solo unas cuadras del lugar donde había cometido un robo. Este hombre, de 40 años, ingresó a una vivienda en el barrio La Cerámica y Cuyo, en la zona norte de la ciudad de Rosario, mientras su propietario, un hombre de 54 años con retraso madurativo, no estaba presente.
El ladrón sustrajo dos televisores, uno de 32 y otro de 43 pulgadas, y huyó en bicicleta. Sin embargo, su escapatoria no duró mucho. A pocos minutos de cometer el delito, fue interceptado por la policía del Comando Radioeléctrico, que lo identificó mientras transportaba los objetos robados. El hombre fue detenido y trasladado a la comisaría 10ª junto con los televisores, quedando a disposición de la Justicia.
Por otro lado, la Justicia cordobesa ordenó la detención de Mauro Esqueff, un financista acusado de estafar a unas 300 personas mediante un esquema piramidal estilo Ponzi.
Según se informó, Esqueff prometía rendimientos anuales de hasta un 122% en dólares, lo que atrajo a numerosas víctimas que confiaron sus ahorros de toda la vida al falso sistema de inversión. La denuncia fue impulsada por las víctimas a través de sus abogados, quienes destacaron que el acusado seguía operando, incluso después de que sus primeros clientes fueran informados de la imposibilidad de recuperar su dinero. El abogado Gustavo Feldman destacó la magnitud de la estafa, asegurando que la justicia debe respaldar a las víctimas y encontrar el dinero sustraído para devolverlo a quienes fueron afectados.
En un tercer caso, una conocida lomitería de Córdoba, Lomitos 2x1, fue denunciada por mantener a 27 trabajadores en condiciones de explotación laboral.
La denuncia, realizada por el sindicato Gastronómico (Uthgra), reveló que los empleados trabajaban jornadas de 12 horas en un ambiente insalubre y sin ningún tipo de seguridad. Durante una inspección, realizada en colaboración con el Ministerio de Trabajo, se descubrió que los trabajadores estaban encerrados en una habitación con una heladera industrial tapando la puerta.
Los empleados, que no estaban registrados ni protegidos por contratos, eran sometidos a condiciones de trabajo degradantes, sin acceso a luz natural ni espacios adecuados. El secretario general de Uthgra, Juan Rousselot, calificó la situación como “un regreso a la esclavitud” y exigió que los responsables sean juzgados con todo el peso de la ley.