La fábrica de bicipartes El Miguelito, la única en el país que producía asientos de bicicletas, ha cerrado sus puertas en la localidad de Carrizales, a 70 kilómetros de Rosario. La empresa, que había operado ininterrumpidamente durante casi 60 años, tenía hasta esta semana una docena de empleados.
Agobiados por la situación económica, los propietarios tuvieron que tomar la difícil decisión de cerrar debido a que desde diciembre no han tenido ventas. Este lunes, los dueños comunicaron a sus empleados que ya no podían sostener la firma. “Hoy me tocó pararme frente a mis empleados y comunicarles que no hay mañana para nosotros y que los dejaba sin trabajo. La verdad que no le deseo ni a mi peor enemigo tener que vivir una situación así. No debe haber culpa más denigrante que dejar a alguien sin su sustento”, expresó Rogelio Bella, actual responsable de la fábrica que fundó su padre en 1968.
Un poco de su historia
Hugo Bella, el fundador de El Miguelito, recibió unas máquinas de un proyecto fallido de una fábrica de zapatos y decidió explorar el mercado de las bicipartes, descubriendo un nicho en la producción de tapas de caucho para asientos de bicicleta. Así nació "Tapicería El Miguelito", en honor al amigo que le cedió las herramientas de trabajo.
La empresa pasó por varios desafíos, incluyendo la ola de importaciones de los años 90 que introdujo asientos de bicicletas con base de plástico y funda de PVC, haciendo obsoletas las tapas de caucho que producían. Sin embargo, Hugo y su socio José Moscarola realizaron aportes de capital para adaptar la empresa a los nuevos tiempos, incorporando nueva maquinaria y tecnología, lo que permitió que la fábrica siguiera operando y se convirtiera en la única productora de asientos de bicicletas en el país.
La difícil situación en la actualidad
Hoy, bajo la conducción de Rogelio Bella y José Moscarola, hijo de Juan Moscarola, la empresa ha tenido que cerrar sus puertas. Rogelio expresó su angustia en una entrevista: “Nos quedamos sin venta. Hace de diciembre que prácticamente no estamos vendiendo y lo poco que hemos vendido lo hemos hecho a pérdida. Se terminaron las reservas y llegamos a este punto en que ya no podemos seguir comprando materia prima para producir”.
El cierre de la fábrica ha sido un golpe duro tanto para los propietarios como para los empleados, muchos de los cuales han pasado toda su vida laboral en la empresa. “Nos duele en el alma. Nosotros con Juan somos la segunda generación acá adentro. Hemos pasado la vida con muchos de nuestros empleados, pero no nos queda otra. No hay más pedido, ni prácticamente regalando los asientos los podemos vender”, añadió Rogelio.
Los trabajadores, aunque conscientes del difícil contexto, recibieron este lunes la noticia que más temían: “Estamos en una situación de quiebra, de quiebra en lo emocional, en lo comercial, en lo industrial”. Rogelio también criticó la falta de apoyo por parte de las autoridades políticas en esta crisis.