Varias asambleas barriales de Rosario se convocaron este jueves frente a la sede de la Municipalidad para exponer la ausencia de creatividad de los gobiernos local y provincial ante la crisis del sistema de transporte urbano, reflejada en la única respuesta de aumentos periódicos del precio del boleto que cargan todo el costo en los usuarios, en general de los sectores medios y bajos que ya están golpeados por la recesión, la pérdida de empleos y los incrementos en los restantes servicios e impuestos. Uno de los participantes relató un caso particular que ilustra las consecuencias de esa pasividad oficial. Es lo que contestó la familia de una alumna cuando las autoridades de la escuela a la que concurre se inquietaron ante sus reiteradas faltas: el padre no había cobrado el sueldo y no tenían dinero para acompañarla en el colectivo hasta y desde el colegio.
El Ciudadano consultó a referentes de las organizaciones de vecinos que se sumaron a la “juntada” para rechazar el inminente “tarifazo” en el transporte rosarino y recalcar los daños que sumará a un tejido social ya deshilachado por las actuales políticas públicas de ajuste y retiro de asistencias que impone el Estado, con distinta profundidad, en todos sus niveles.
Javier Palma, integrante de la Asamblea de Plaza Alberdi, explicó que la propuesta de reunirse en la Plaza 25 de Mayo, frente al Palacio de los Leones, surgió a partir de una recolección de firmas a mediados de abril contra los reiterados aumentos del boleto. Eso fue, repasó, a partir de una propuesta de la Asamblea de Ayacucho y Arijón. Y desde entonces, completó, se sumaron las organizaciones de otros barrios.
Palma señaló que en mayo presentaron más de dos mil firmas en la Oficina del Consumidor del Concejo Municipal para reclamar otro mecanismo de sostenimiento del sistema. La presentación pasó al propio Palacio Vasallo, y están a la espera de que la presidenta del cuerpo, María Eugenia Schmuck, los convoque. El referente de Plaza Alberdi aclaró que varios ediles ya les comunicaron su interés por reunirse sobre el tema, pero priorizaron la vía institucional.
Las novedades, sin embargo, los contrarían. Palma dejó claro el malestar porque, a pesar de haber presentado ese recurso, la semana pasada desde el Ejecutivo local adelantaron que habrá otro ajuste del boleto a partir del último estudio de costos presentado en el Ente de Movilidad que, según la fórmula del oficialismo, arroja un precio superior a 1200 pesos.
“El impacto que tienen los sucesivos incrementos en el precio de los viajes en las economías familiares es grave”, insistió Palma. Si, como trascendió, llevarán el boleto a cerca de mil pesos, eso implicaría una suba del 300% desde febrero, cuando en promedio los salarios se incrementaron apenas un 30% en el mismo período. A esto se suman, dijo, los ajustes en las tasas municipales que en algunos casos fue del 150%.
“No están gestionando“, resumió el referente barrial de zona norte. Las descargas de la crisis de desfinanciamiento del sistema de transporte en el Gobierno nacional por la quita de subsidios es, cuestionó, impropia. Y es que tanto el actual gobernador Maximiliano Pullaro como el intendente reelecto Pablo Javkin se mostraron en campaña electoral cercanos al hoy presidente Javier Milei, quien había adelantado en su raid proselitista que eso haría. Y no tomaron previsiones.
De la zona norte a la sur, el reclamo es el mismo. Ariel Coronel, de la Asamblea de Arijón y Ayacucho, fue quien relató el caso de la pequeña que faltaba a clases porque la familia no tenía cómo pagar el boleto para acompañarla en el colectivo. Es, contó, una compañera de su hija, y la situación expone no sólo la dimensión económica sino el escenario de inseguridad que marca a Rosario y trastoca la cotidianeidad de sus habitantes.
Coronel dejó clara la decepción respecto de la actuación de las autoridades. “Le damos una potestad al intendente para que aumente el boleto y lo hace sin atender lo que eso impacta en la sociedad“, lamentó sobre la decisión del Concejo Municipal, que habilita al Ejecutivo a modificar la tarifa trimestralmente sin el debate del que el propio Palacio Vasallo eligió apartarse. También cuestionó que, sobre la quita de subsidios nacionales, desde el Ejecutivo rosarino y el provincial apenas se contesta con tibios reclamos y la adjudicación exclusiva de la responsabilidad por lo que aparece como única idea para acomodar la ecuación económica del sistema: la suba continua del boleto.
No se elige a un intendente para que esa sea la única decisión que se tome en función de que cierren los números, volcando toda la carga en los usuarios, se quejó Coronel. Y agregó que, como rosarino, le duele esa desprotección ante, por ejemplo, ese padre que no puede mandar a su hija a la escuela porque no le alcanza la plata mientras que, con los impuestos que paga, subsidia a los pasajeros del AMBA por una inequidad que los gobernantes locales no denuncian con firmeza y apenas utilizan como excusa.
Más de 20 años, y la misma sensación de representatividad esquivada
Leonardo, también miembro de la Asamblea de Plaza Alberdi, recordó que estas formas de organización remiten, en forma similar a las surgidas en 2001, como reflejo a una situación angustiante de la población antes los problemas en los barrios que no se resuelven y erosionan cotidianamente la calidad de vida: veredas, alumbrado, centros de salud sin equipamiento suficiente entre otros factores que hacen a mínimos presupuestos de convivencia.
En la Asamblea de Plaza Alberdi, señaló Leonardo, todos los viernes a las 18 convocan a los vecinos a poner en común los temas que les preocupan para debatirlos entre todos. Y esto se consigue, destacó, incluso con diferentes trayectorias o posicionamientos políticos y situaciones socioeconómicas de los participantes.
La necesidad de ir por temas comunes en la diversidad, marcó, está apuntalada con actividades como el festival realizado el sábado último, en el que hubo música, trabajo conjunto y hasta el montaje de una feria de artesanías.
Leonardo resumió que acciones como la movida contra el “boletazo” son fruto de la coordinación incipiente de voluntades en “asambleas de asambleas” que buscan superar la falta de respuesta a los problemas barriales y ciudadanos por parte de las instancias institucionales tradicionales. “Una reacción saludable”, celebró, más allá de su volumen y los momentos en que se materializan.
