Las pequeñas y medianas empresas (Pymes) del sector alimentario y los supermercados expresan su preocupación por la reciente apertura de importaciones anunciada por el gobierno nacional. Después de reuniones con grandes fabricantes y cadenas de supermercados, los dueños y gerentes de estas Pymes manifiestan su inquietud ante la medida.
El ministro de Economía, Luis "Toto" Caputo, defendió firmemente la decisión de permitir la importación de productos de la canasta básica como una medida para controlar los precios en los supermercados. Sin embargo, algunos empresarios locales ven esta acción como un mensaje dirigido hacia la industria nacional, anticipando que solo las grandes multinacionales y cadenas de supermercados podrán beneficiarse, lo que podría resultar en desempleo y un impacto negativo en la producción local.
Los supermercadistas del interior expresan su molestia por no haber sido convocados a la mesa de diálogo entre el gobierno y el sector. Juan Pablo Paladini, presidente de una fábrica local, coincide en que la medida podría tener efectos a corto plazo, pero a largo plazo perjudicaría a las Pymes. Recuerda la experiencia de los años 90 y teme un aumento del desempleo y una caída del consumo.
Los empresarios también critican la falta de atención al problema de la alta presión impositiva, que contribuye a que Argentina sea más cara en comparación con otros países de la región. La posibilidad de reducir el impuesto país del 17% empeoraría aún más la situación para las industrias del sector, según un propietario de una fraccionadora de alimentos.
La caída en el consumo ya se ha reflejado en un descenso del 40% en volumen en el mes de marzo, según un importante actor del negocio mayorista. A pesar de que el gobierno busca que esta medida impacte en el Índice de Precios al Consumidor (IPC) del Indec, algunos actores ven la decisión como una señal frente a una cadena de eventos económicos que afectan al país.
