Tras un empate olvidable ante Banfield, más de 40 mil almas permanecieron este martes a la noche en el Gigante para celebrar, al fin en su casa y con el equipo, el campeonato conseguido en la pasada Copa de la Liga de la mano de Russo.
Central festejó con su gente en Arroyito. (FotoBaires)
Una noche de emociones fuertes, lágrimas y abrazos interminables en el Gigante de Arroyito. Pasado el olvidable empate de Central ante Banfield, cerca de 45 mil hinchas canallas permanecieron en el estadio para celebrar, al final en su casa y con el equipo, la estrella conseguida en la Copa de la Liga 2023.
Antes del comienzo de las celebraciones, hubo lugar para el pedido de justicia por el crimen de Ivana Garcilazo, la hincha de Central a la que asesinaron de un piedrazo tras el último clásico rosarino y del que esta semana se cumplieron cuatro meses.
El primer acto fue el ingreso al campo de juego de los obreros, todos con su característico casco amarillo o azul, que llevaron adelante las obras comenzadas hace aproximadamente 80 días en el Gigante, y de las que todavía restan completarse algunos detalles. Fueron aplaudidos y ovacionados mientras daban la vuelta olímpica.
Los futbolistas campeones y el técnico Miguel Russo, con remeras azul oscuro con la inscripción de “campeón argentino” en amarillo en el pecho, volvieron a celebrar el título. Como ocurrió en diciembre pasado, primero en Santiago del Estero y después en la ciudad, aunque esta vez nada menos que en el estadio donde construyó gran parte de la campaña –lleva 29 partidos invicto– que lo condujo a la gloria. Y, claro, alzaron nuevamente el trofeo antes de dar la vuelta.
No podía faltar la marcha canalla, entonada para la ocasión por Pablo Pino, el cantante de Cielo Razzo. Mientras los jugadores recorrían cada centímetro del campo, bombas de humo azul y amarillo, papelitos y fuegos artificiales coronaron la noche.
El encuentro en Arroyito se había postergado demasiado. El Canalla jugó la final ante Platense para quedarse con la Copa de la Liga y luego por el Trofeo de Campeones, que fue con caída, ante River todo en Santiago del Estero. Y le tocó jugar en Tucumán en la primera fecha. Por eso recién ahora pudo regresar a su cancha.
Jorge Broun, el capitán, tomó la palabra y habló en representación del plantel para todo el estadio: “Qué lindo todo esto, loco. Qué lindo es estar en casa. Este estadio fue fundamental para lograr lo que conseguimos y gran parte de eso se lo debemos a ustedes, bien merecido tienen esta fiesta igual que nosotros”.
A Fatura no lo dejaron terminar y lo taparon con un atronador “dale campeón, dale campeón” desde los cuatro costados.
El arquero le pasó la posta a Russo. “Esto es Central, deseo que todo lo que venga sea mejor”, soltó el técnico, emocionado, conmovido y entre lágrimas. “Agradecerle a todos ustedes (los hinchas), a la dirigencia, a mi cuerpo técnico, a toda la gente del club y los empleados que trabajaron con nosotros”, agregó. “Esta es una etapa muy linda de mi vida”, dijo Miguel antes de quebrarse.
Los aplausos cerrados y la ovación para el ídolo se fundieron como un abrazo eterno para el hombre que tantas veces levantó al Canalla en momentos ásperos de su historia contemporánea.
Las palabras del DT marcaron uno de los puntos más emotivos de la noche. Por todo lo que representa para el club, por su conexión eterna con los hinchas y porque cada vez que Central lo necesitó, Miguel vino a Rosario a poner el hombro. Esos gestos nunca se olvidan. Merecía el título quizás más que cualquier otro.
La celebración terminó con la música en vivo de la Bersuit Bergarabat que hizo volver a cantar varios hits del cancionero canalla.