La nueva cúpula de la Confederación General del Trabajo (CGT), con un perfil más moderado y dialoguista, no quiere esperar a que el Gobierno impulse su reforma laboral y ya tiene un plan de contención. La primera iniciativa del flamante triunvirato será iniciar contactos oficiales con los gobernadores para evitar que apoyen en el Congreso un proyecto de ley con sesgo "antisindical".
Este movimiento responde a la estrategia del líder de la UOCRA, Gerardo Martínez, el principal operador del ala que logró imponer su impronta en la nueva conducción cegetista. Su rol, junto al de José Luis Lingeri (Obras Sanitarias), fue clave para evitar rupturas mayores en el congreso que consagró a la nueva central.
La elección de la lista consensuada se dio con 1604 votos a favor y 35 en blanco, aunque la salida de 547 delegados antes de la votación evidenció cierto malestar en un sector.
La Preeminencia de los Moderados en el Triunvirato
El congreso de la CGT consolidó la estrategia de Martínez de negociar la reforma laboral en el marco del Consejo de Mayo, marginando al ala dura kirchnerista y a la alianza imprevisible de barrionuevistas y socios, como la UTA, que finalmente abandonó la central.
El nuevo triunvirato quedó integrado por Octavio Argüello (Camioneros, de perfil conciliador cercano a Hugo Moyano), Cristian Jerónimo (empleados del vidrio, candidato impulsado por Martínez) y Jorge Sola (Seguro, propuesto por "los Gordos").
Sola, en un discurso que marcó la línea, aseguró que la CGT está "para ayudar" al poder político y dispuesta a la "discusión que sea necesaria", aunque enfatizó que rechazan el "enfrentamiento" y creen en la "tensión constructiva" que ofrece el diálogo paritario.
El Primer Objetivo: Presionar a los Mandatarios Provinciales
La preocupación central del sindicalismo radica en que la reforma que impulsa el Gobierno de Milei priorice los convenios por empresa, lo que desarticularía el modelo sindical actual y daría más poder a las comisiones internas. Esto fue impulsado por el ministro Federico Sturzenegger, quien habló de la necesidad de "desarticular" la estructura gremial.
El primer objetivo de la CGT es conseguir que los diputados y senadores no se encolumnen detrás de los cambios más drásticos. La llave para lograrlo, según la central, es presionar a los gobernadores.
El gobernador peronista de Tucumán, Osvaldo Jaldo, ya se alineó con la idea de "leyes laborales que estén actualizadas". Sin embargo, el sector dialoguista asegura haber conseguido que Martín Llaryora, gobernador de Córdoba, se muestre en sintonía con la postura de la CGT.
La Desconfianza por la Interna y las Advertencias del Dureza
A pesar de que funcionarios libertarios les aseguraron a los líderes cegetistas que no hay una voluntad de pelea directa, la desconfianza persiste ante la sospecha de una interna en el Gobierno entre "duros" y "moderados" que contamina el contenido de la reforma. La salida de Guillermo Francos, considerado un interlocutor clave, es vista como una mala noticia.
El dirigente más crítico y desconfiado fue Omar Maturano, líder de La Fraternidad. Al hablar en el congreso, advirtió a sus pares que la estrategia de las negociaciones provinciales es un error.
"En la reforma laboral los gobernadores nos van a cagar como siempre. Son peronistas y nos van a cagar. Los diputados también nos van a cagar", sentenció sin eufemismos el líder de los maquinistas ferroviarios.


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