La designación de Martín Menem como presidente de la Cámara de Diputados por parte de Javier Milei ha generado malestar en el PRO, destacando la percepción de que los libertarios han decidido gobernar por sí mismos. La elección de Menem se dio después de intensas negociaciones y la exclusión de nombres como Cristian Ritondo y Florencio Randazzo.
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El malestar en el PRO proviene de la percepción de que los libertarios han optado por gobernar en solitario, desafiando las expectativas de un acuerdo de gobernabilidad. La elección de Menem, un libertario "puro", significa que Milei tendrá que reunir más de 90 votos en cada sesión para alcanzar el quórum, lo que complica la dinámica política y la capacidad de aprobar leyes.
Las negociaciones políticas en el nuevo escenario se vislumbran más difíciles, con la posibilidad de que se negocie "ley por ley" y una mayor influencia de los gobernadores provinciales. Este cambio en la estrategia aleja los riesgos de una ruptura en el PRO, pero plantea desafíos significativos para la capacidad del gobierno de Milei de construir consensos.
La figura de Guillermo Francos, vinculado a la designación de Martín Menem, es señalada como responsable del malestar en el PRO. La preocupación radica en la posibilidad de un enfoque fragmentado en las negociaciones políticas, lo que podría afectar la estabilidad del gobierno.
La elección estratégica de la presidencia de la Cámara de Diputados es crucial ya que Milei asume con una cantidad limitada de legisladores (38 diputados y 7 senadores). La relación con los gobernadores provinciales y la capacidad de construir consensos se vuelven factores determinantes para la gobernabilidad del nuevo gobierno.
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